Son las 17:30 del domingo 30 de junio, hoy hay primarias en
Chile y no tengo la menor idea de cuánta gente ha votado, no tengo mucho
interés ya que todo es lo mismo.
Llegué a Chile a
fines del año 2007. Como hijo de chileno obtuve mi ciudadanía en forma automática.
En un mes, aproximadamente, ya tenía mi cédula de identidad chilena indicando
mi calidad de ciudadano chileno.
Paras las elecciones de 2009 no me inscribí ni tenía cabal
conocimiento de la situación política local, pero mis expectativas estaban muy
por encima de la mediocre realidad.
Hoy hay primarias y al igual que en las elecciones pasadas
municipales, las irregularidades son
demasiadas para un sistema electoral que se considere serio y no
fraudulento.
En las pasadas elecciones municipales, se encontraron votos
tirados, se perdieron otros e incluso se dijo que las cantidades no correspondían entre las papeletas
y los registros en las mesas.
Lo que más me llamó la atención fue la denuncia de
empadronados muertos, como el caso de Salvador Allende, muerto hace 40 años y
habilitado para votar por el servicio electoral chileno. Además se permitió
votar con documentos de identidad vencidos e incluso con libretas de conducir.
En las elecciones de hoy vuelven a aparecer muertos, como es el caso de detenidos desaparecidos que una y otra vez aparecen como habilitados para votar, aunque sus familiares denuncian una y otra vez esta situación.
En las elecciones de hoy vuelven a aparecer muertos, como es el caso de detenidos desaparecidos que una y otra vez aparecen como habilitados para votar, aunque sus familiares denuncian una y otra vez esta situación.
El sistema electoral chileno pareciera que quiere pasar como
el de otros países en que la honestidad es parte del funcionamiento de la
sociedad, pero en Chile, que una de sus más reconocidas exportaciones son los
lanzas o punguistas, no resulta conveniente tan poca seriedad en las
elecciones.
Desde que he llegado, en cada elección siempre se escucha el
famoso “acarreo”. Supuestamente candidatos que logran trasladar votantes de un
circuito a otro, cambiando el lugar de inscripción del votante. Generalmente
sucede que en pueblos pequeños vote más gente que la que vive.
Los chilenos hablan de “acarreo”, yo que soy un poquito más susceptible
simplemente veo fraude electoral. Es evidente que si los padrones incluyen
personas muertas, y que se puede votar con documentos vencidos y fáciles de
falsificar, este acarreo parece más de muertos que de vivos.
Hoy se menciona en varios medios que hay miles de personas
que no pudieron votar en las internas por estar inscritas en partidos en forma
fraudulenta. Parece que es gente que ha firmado peticiones ambientalistas,
sociales, etc. y de paso las han inscrito como afiliados a un partido u otro en forma totalmente ilegal, pero el SERVEL en ningún momento lo ha controlado.
Pareciera que llevan esas firmas a un notario y el notario
da fe de la inscripción. Muy poco serio el sistema. En este caso ha servido
para que muchos votantes de izquierda quedaran afuera de las primarias. No sé a
quién le resulta conveniente, tampoco soy yo quien debe investigarlo ni
denunciarlo, pero es obvio.
Por ejemplo, en Cerro Navia los votantes de la tercera edad se encontraban con que debían votar sí o sí por un candidato de un partido, mientras los votantes negaban la afiliación a ese partido y decían que venían a votar por otros candidatos.
Por ejemplo, en Cerro Navia los votantes de la tercera edad se encontraban con que debían votar sí o sí por un candidato de un partido, mientras los votantes negaban la afiliación a ese partido y decían que venían a votar por otros candidatos.
Peor aún son las denuncias de quienes no pueden votar porque
alguien ya votó por él, al puro estilo republiqueta bananera centroamericana.
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Como se ve en la imagen, esta persona no pudo votar por este
motivo y la respuesta es que no revisan las firmas de los votantes. ¡Ja!
Lo peor es que seguro este caso nunca será investigado por nadie y volverán a suceder una y otra vez en cada elección.
Si a todo esto le sumamos que votar no es obligatorio, descreo
más aún, ya que ¿cuántos casos habrán de votantes truchos que nunca salen a la
luz porque el votante real no ha ido a sufragar? Y aclaro una cosa, no soy defensor del voto obligatorio, pero en países poco serios la no obligatoriedad da lugar para fraude en formas sencillas, como se ve en el sistema electoral chileno en cada oportunidad.
Yo en calidad de “extranjero” estoy asombrado por el pésimo
sistema electoral chileno, por las denuncias, por la falta de reacción
institucional y popular, aceptando una vez más a las irregularidades institucionales
como forma de la cultura chilensis. Me
he cansado de oír en Chile: Esto siempre ha sido así, no hay por qué cambiarlo.
Yo no conozco muchos sistemas electorales al dedillo, pero
puedo poner como ejemplo el uruguayo, donde la Corte Electoral da un documento
personal a cada ciudadano para votar. El documento posee una foto de perfil del
votante y una copia similar queda en el servicio electoral que es usada en la
mesa electoral el día que se vota. Esta foto de perfil es así ya que se sabe
que el perfil de la persona cambia poco, más allá que adelgace, engorde, cambie los lentes, el peinado, el color de
pelo, etc. Incluso el dibujo de la oreja es casi una huella digital que no
varía al pasar los años. La persona se inscribe para votar según su domicilio,
no importa donde estudie, trabaje, etc.
No hay forma alguna de evadir esto, a no ser que uno tenga dos
domicilios fijos y elija uno de ellos. Igual sucede para ser candidato, uno sólo
puede ser representante por la zona del domicilio en que vive.
En Uruguay, el servicio electoral (Corte Electoral) es
informado en un par de días (por no decir en horas) por el registro civil de
las defunciones de ciudadanos, al igual que la institución que paga las
jubilaciones y pensiones. Es casi automático, jamás un ex presidente muerto
hace 40 años podría estar inscrito para votar.
No digo que sea imposible en Uruguay algún voto ilegal, pero
un fraude electoral sería imposible sin resultar descubierto. En cada mesa
electoral hay delegados de cada partido, presentes durante la votación y el
escrutinio.
Cada votante debe presentar su documento de votación a la
mesa, un actuario de la mesa busca la copia en el libro de los sufragantes
aptos para votar en esa mesa. Todo debe coincidir, todo se coteja en forma
seria y exacta. Una vez que se votó, el documento del votante es sellado y en el acta de la mesa de votación se indica
que esa persona ya votó.
Una vez terminado, se cuentan los votos en presencia de las
personas seleccionadas por la Corte Electoral (empleados del estado) y de los
delegados de los partidos.
Las personas que elige la corte electoral para las mesas son
funcionarios del estado, titulares y suplentes que deben presentarse en su
lugar el día de las elecciones. Si se presentan todos los titulares, los
suplentes se retiran. Esto permite que
en las mesas haya personas acostumbradas a realizar tareas administrativas (además
que se les imparte un curso presencial), con un nivel de escolaridad o
alfabetismo necesario, además que si no concurren son penalizados económicamente
en forma segura ya que son muy fáciles de ubicar laboralmente.
Un sistema
electoral serio, en un país tercermundista, no puede permitir que cualquier
persona, con o sin educación, con o sin conocimientos, mentalmente apta o no,
sea quién lleve una tarea tan importante en una democracia como es estar a cargo de
una mesa electoral. Y eso que obliguen policialmente al primer personaje que se
arrime a votar a cubrir las vacantes, es muy poco serio, además de
filofascista.
El ex periodista y candidato a diputado Alejandro Guillier, denunciaba en la TV que en Calama muchas mesas no llegaron a formarse por falta de los vocales. Como nadie llegaba a votar, no se podía obligar a formar mesas con votantes a punta de revólver, prácticamente. Por este motivo el servicio electoral decidió cerrar esas mesas en Calama. Más tarde llegaba gente a votar y no lo pudo hacer por estar cerradas.
En La Reina hubo un caso en que el libro de votantes tenía hojas salteadas y faltantes. Mientras llegaba un supuesto libro nuevo, los votantes se aburrieron de esperar y se fueron sin votar.
Entre el famoso sistema binominal chileno que permite el
statu quo político de los mismos siempre y el sistema electoral perforado por
las constantes irregularidades, no es de extrañar el por qué del sistema y el
por qué de la falta de cambios. Pero lo que sí me extraña, es una vez más la
impasividad y sumisión de un pueblo que
ya está bueno que se calle siempre.
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