miércoles, 28 de diciembre de 2011

RACISMO CHILEAN WAY


Sorpresa e indignación causó en las redes sociales el instructivo enviado a los socios del club de golf Las Brisas de Chicureo, donde se especifica que, para que las nanas puedan ingresar al recinto, deben usar “un uniforme o tenida que las identifique”.

La carta, cuyo contenido fue dado a conocer por revista Qué Pasa, expresa que ante el “aumento de niñeras en el sector piscina” se debe recordar que el reglamento del lugar señala que “niños menores de 8 años sólo podrán frecuentar el club acompañados de sus padres o hermanos mayores”. Se hace la salvedad de que puedan ser acompañados por nanas, quienes para ese efecto ”deberán vestir su uniforme o tenida que las identifique como tales”.


El tema es muy complejo, porque no sólo es lo superficial, o lo que se ve a primera vista.

La televisión nos bombardea con publicidades donde todos son bonito, blancos, de ojos claros, castaños y rubios mejor. Y no sólo porque esos productos están dirigidos a las clases altas, posiblemente las menos mestizas, también en se promociona así a productos para las clases bajas, las clases mestizas, porque nadie quiere verse en el espejo. El clasismo y racismo es tal, que si esto fuera EEUU, los negros no se considerarían negros. Son 500 años de opresión al mestizo, de menores oportunidades, de racismo y clasismo constante, solapadamente, veladamente, en tono de juego con los sobrenombres, pero aguijoneando constantemente.

En la mayoría de los medios de comunicación por discriminación, o por decantación educacional y cultural, sucede esto de los "blanquitos" trabajando en ellos en los mejores puestos y a la vista y de los menos favorecidos en los cargos "detrás de las cámara".

Aunque no ocurra la discriminación al seleccionar, evidentemente si existe la discriminación pero en otros niveles para ya separar la paja del trigo desde el orígen. Por ejemplo, los mapuches reciben la peor educación y son los más pobres de Chile, naturalmente no será fácil para un mapuche lograr acceder a una buena carrera profesional en una buena universidad, y terminar siendo un profesional destacado y exitoso. Ya se lo "marca" desde el inicio, para que carezca de oportunidades reservadas para otras clases sociales.

La discriminación en Chile es evidente. Pero es tan grave, que los propios mestizos (la inmensa mayoría de los chilenos) discrimina a los más mestizos y a los mapuches, a los raspados de queque, a los "negros", o a los peruanos y bolivianos. Vivo en Valdivia hace unos años, y me llama mucho la atención, la postura generalizada de ser una ciudad alemana, de descendientes de alemanes. Uno sale a la calle y ve personas bajas, de cabellos oscuros, rasgos mestizos y otros aindiados, y cada tanto algún rubio de ojos claros.

El sistema funciona de tal manera, que socialmente, siempre hay alguien por debajo mío y eso me hace un poquito mejor. De última, si soy mestizo y tengo una pega algo buena, al mestizo de al lado lo llamaré roto, porque económicamente le va peor que a mi, se viste peor, come peor y sus hijos van al JUNJI.

Pero volviendo al tema del club de golf, hay una dicotomía: las nanas no son socias, y no deberían hacer uso de las instalaciones, como sucede en todo el mundo, hasta en el club menos clasista. Si no eres socio, no puedes participar. Y es entendible, ¿pero por qué entran las nanas a ese tan distinguido club? Porque las mamás distinguidas utilizan un método muy antiguo y clasista, tener otra persona, casi en servidumbre, que crie a los niños.

Lo razonable sería que los niños fueran con sus mamás o papás a disfrutar juntos, sea a este club, a la playa o al parque.

Así como muchos padres enchufan a sus hijos al chupete electrónico (la TV), estas personas le ceden todo el contacto afectivo, o mucho de ello, a sus nanas, pero por otro lado se las discrimina de todas maneras posibles, haciéndolas vivir constantemenet en un no lugar, marcando territorios, para que esta relación que se forma, no llegue a confundir a las nanas, y que terminen creyéndose parte de lo que no son.

Lo cierto es que la sociedad chilena está muy enferma de racismo, odio, clasismo, machismo y tengo la teoría que el altísimo alcoholismo que se ve, es porque el chileno, consciente o no, debe evadirse de tanta caca en su vida diaria.

martes, 13 de diciembre de 2011

¿Hay que ser científico para evaluar la educación chilena?

En Chile no hay un real interés en solucionar el tema, la calidad se puede medir facilmente. Busque en google y verá la enorme lista de artículos y estudios que hay sobre el analfabetismo funcional en Chile. Hay cifras que hablan de un 30, 40 % de analfabetos funcionales, y las más pesimistas hablan de un 80% de los chilenos sin capacidad de entender lo que dice el prospecto de un remedio. Hay que escuchar como se habla, la falta de vocabulario y la conclusión es sencilla: Pésima calidad de educación. Y esto es transversal, ocurre tanto en clases obreras, profesionales y empresariales. No es un problema sólo de los los lúmpenes y pobres.

Mi hijo esta terminando kinder, tiene una profesora y dos tías asistentes. Las informaciones sobre eventos, solicitudes, etc. nos las envían escritas en una libreta. Yo no puedo creer las faltas ortográficas con las que escriben las tías, personas que están cumpliendo una función educadora!

Bueno, oir a la profesora decir "la" María, "la" fulana, "el " fulano, me hace chirriar mis pocas neuronas. Entiendo que popularmente es un chilenismo, pero una profesora debe hablar correctamente el idioma, acá, en la China y en Marte.

Nunca se debe poner artículos delante de nombres, es una regla gramatical del idioma castellano y así se educa en todo el mundo hispano.

Yo hice la primaria en Uruguay y recuerdo como con insistencia la maestra nos quitó ese mal hábito.

Hace un mes viajé al sur chileno y argentino de paseo. Uno hacía compras del lado argentino, y el comerciante sacaba la cuenta mentalmente, pero uno compra en chile 7500 pesos, entrega 10.500 para facilitar el vuelto y se encuentra que para devolver el dinero sobrante, no hay cajer@ o comerciante chileno que sea capaz de sacar la cuenta sin una calculadora.

Son personas que manejan dinero y que deben sumar y restar costantemente, en cualquier lugar del mundo los comerciantes y cajeros son ágiles con su mente y sacan cuentas al tiro, en cambio en nuestro país no.

Hace dos días vi una entrevista sobre modificaciones en la PSU, y en el año pasado sólo hubieron 3 estudiantes que sacaron el puntaje nacional en idioma. ¿A nadie le sorprende que en una prueba, donde hay decenas de miles de personas, sólo haya 3 que puedan responderla correctamente en su totalidad? Por supuesto que en Chile no. La gente sabe que tiene grandes dificultades para usar bien la lengua castellana, entonces que haya alguíen que sea bueno es algo destacable.

Por último, para no hablar un millón de veces sobre lo mismo, discutir en las nubes, comparando a Chile con paises Europeos que están millones de años adelante, comparemos con quién corresponde, los vecinos nuestros.

Si se ven los trabajos de organismos internacionales, sobre cultura y educación, tanto Uruguay como Argentina tienen indices similares, y mejores que Chile en la mayoría de los casos.

Si vemos el gasto en educación por país, mientras Chile gasta menos del 3.5 del PIB, Argentina casi invierte el doble, con un 6.4% del PIB argentino y Uruguay está por el 5%.

Habría que ver que país Africano, o Centroamericano invierte lo mismo que Chile, para comparar.

“Si escribes así, es que hablas así; si hablas así, es que piensas así, y si piensas así, es que piensas como un mono. Y eso me parece preocupante. Tal vez la gente sea más feliz si llega a ese estado. Quizás los monos son más felices que los seres humanos. Yo no lo sé”, dijo en una entrevista Vargas LLosa.

El habla, el razonamiento, el arte y la cultura, son los pilares fundamentales que nos diferencian del resto de los animales. El lenguaje es el medio para comunicarnos, cuanto más pobre sea nuestro lenguaje, peor nos comunicamos, y cuando peor nos comuniquemos, intelectualmente más nos alejamos de nuestra condición humana.

Comencemos con el primer paso, cuando se sabe leer, hablar, escribir y entender lo que se escucha y se lee, el resto cae por su propio peso.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Cuando en una entrevista laboral dejas de ser persona.


Mi opinión es la visión desde este lado del mundo, Sud América.

Soy sincero, estoy cansado de que me entrevisten para empleos, que me hagan test, que me entrevisten psicólogos laborales, que me vendan a la empresa como el mejor lugar donde podría trabajar en el universo, que me exijan proactividad, estudios, compromiso, buena presencia, etc. , etc., etc. Pero a la hora de evaluar, mi honestidad, mi inteligencia y capacidades intelectuales no valen nada (cuando estoy seguro es lo más difícil de conseguir), incluso he quedado fuera de algunos empleos porque en el test no califiqué porque diagnosticaron que, posiblemente, pierda interés en ese trabajo y esté desconforme, dadas mis capacidades o preparación, Y me pregunto, ¿qué sabe el entrevistador del por qué me presenté a ese trabajo? Cuando solicito un empleo, no solicito un favor, ni deseo casarme con la empresa para toda mi vida.

A las empresas le conviene el libre mercado para conseguir trabajadores, si a tí no te sirve lo que pagan, hay 20 detrás tuyo dispuestos a trabajar, quizás hasta por menos. Y yo, dentro de sus reglas, si consigo un mejor empleo, mejor paga, me voy y me cambio. A no ser que prefiera mi trabajo actual por algunos factores fuera de lo económico, que suele pasar con empleadores serios y que valoran a sus empleados, principalmente como personas, no como a recursos humanos.

Y por último, me llama mucho, pero muchísimo la atención, esos empleadores que te exigen seas prácticamente PHD para ser el encargado de limpieza, te exigen el mayor compromiso con la empresa, y toda esa jerga laboral (proactividad, etc.) pero a la hora de pagar un sueldo, el empleador no hace su mayor esfuerzo, si no todo lo contrario, paga el mínimo por ley.

Necesitamos ya un cambio moral en lo laboral.



lunes, 26 de septiembre de 2011

¿Quién paga las malas políticas culturales de los gobiernos?


Lautaro Salgado
Introducción
Chile hace más de 20 años que tiene gobiernos democráticos, pero igualmente se sigue usando como caballito de batalla, para buscar falsas excusas a los errores cometidos, a los 16 años de dictadura militar y un supuesto apagón cultural, que evidentemente no fue tal ya que se crearon muchas formas de resistencia cultural durante el gobierno no democrático.
Chile carece de encuestas sobre consumo de cultura y similares en cuanto a las industrias culturales, es más, hay varios trabajos que hablan sobre el tema y que indican que debe hacerse un buen diagnóstico de dónde está parada la cultura chilena para activar buenas políticas al respecto
Este trabajo plantea un análisis sobre algunas políticas culturales de las últimas décadas, que parecieran demostrar que son políticas culturales regresivas, donde se reparte dineros públicos de todos los chilenos, incluso los más pobres, para que los que tienen acceso sigan siendo siempre los mismo en mayor medida, principalmente de las disciplinas llamadas “cultas”
Antecedentes
Néstor García Canclini afirma que “las políticas culturales no crean cultura, pero favorecen o perjudican las condiciones de su comunicación”
Los últimos gobiernos y analistas culturales, suelen decir que la dictadura terminó con la cultura, prácticamente, en Chile, una forma para indicar que los números bajos o malos de la actualidad se deberían a un inicio pésimo. Se menciona el crecimiento de la pobreza durante el gobierno militar como índice.
Primero hay que aclarar que no sólo Chile tuvo dictadura en la zona, también casi toda Latinoamérica la tuvo. También, aprovechando que Chile aspira a ser un país desarrollado dentro de poco tiempo y siempre se compara con ellos, utilizaré el ejemplo de España, que tuvo prácticamente 50 años de dictadura militar, con una orientación similar a la dictadura chilena.
También analizaré casos de Argentina y Uruguay por similitud en índices de desarrollo humano, social y cultural, al de Chile en los últimos 40 o 50 años.
Tomando como marco el trabajo titulado “OBJETIVOS Y MEDIDAS A IMPULSAR EN EL PERIODO 2005-2010” y sus políticas culturales, para este trabajo me basaré principalmente en la industria del libro, el cine y las artes escénicas.
Análisis de casos
La democratización de la cultura se menciona como parte fundamental, la cual no sería posible con las industrias culturales actuales y sin políticas culturales de protección del estado.
Uno de los objetivos que mayor consenso alcanza en el campo de la política cultural es el concepto de “democratización de la cultura”. Esta democratización se puede entender en varias dimensiones pero quizás la más tradicional tiene que ver con el hecho de que todos los ciudadanos tengan la opción, si lo desean, de acceder al consumo y a la práctica de bienes, actividades y servicios, reservados en sociedades premodernas a las élites económicas y culturales. Es decir, que tener la opción de escuchar al trompetista Marsalis, asistir a una obra de Chejov o poder contemplar una exposición de Piero Dorazi no sea sólo un privilegio de las clases altas. Parte de la intervención pública en cultura se legitima a través de la argumentación precedente y así uno de los instrumentos básicos para conseguir dicho objetivo es que el sector público se encargue de proveer esos bienes y servicios culturales y los ofrezca a precios públicos, por debajo de los precios de mercado, asumiendo el supuesto de que una de las barreras de acceso es la barrera económica” (Pau Rausell Köster).
En base a democratizar la cultura chilena es que los últimos 20 años se han dirigido, supuestamente, las políticas culturales en el país.
Por ejemplo, a pesar de todas las medidas que largos volúmenes impresos a todo lujo y en forma propagandística, han hecho los últimos gobiernos, igual los analistas son críticos.
En este sentido, sobre el tema literatura y libros, Bernardo Subercaseaux afirmó en una entrevista que la gestión de los gobiernos concertacionistas en esta materia podría resumirse como buenas intenciones.
Y agrega en su texto La cultura en los gobiernos de la concertación “La tercera constatación es que áreas tradicionales vinculadas a la cultura ilustrada, como la del libro, la literatura y la industria editorial, han perdido relevancia y valoración social. Luego de una recuperación inicial, los índices posteriores a 1998 han caído sistemáticamente a pesar de celebraciones en torno a las figuras de Pablo Neruda y Gabriela Mistral (caídas en número de librerías, números de libros leídos por año, producción de libros por habitante, cifras de exportación e importación)”
Así mismo los autores de DEFINICIONES DE POLÍTICA CULTURAL 2005-2010 MAYO 2005 destacan que “Un país pobre en lectores condena su capacidad de comprender el mundo. En la misma medida que las personas sean capaces de leer y expresarse oralmente, también serán capaces de participar en una sociedad democrática.” Y que “Al respecto, resulta indicativo que en Chile tengamos aproximadamente 0,6 libros impresos per cápita en un año, mientras que países como Argentina alcanzan 1,1 libros per cápita, España un 4,6 y Francia un 7,9. Hay también un desequilibrio regional en lo referido a las casas editoras y a los canales de comercialización del libro: tenemos ocho regiones en las cuales no existen casas editoriales, y en la Región Metropolitana se encuentra el 42% de las 157 librerías o puntos de venta existentes en el país, en la región de Valparaíso el 13% y en la de Tarapacá el 6,3%, es decir 10 librerías. Los préstamos bibliotecarios, en cambio, ascienden a 0,12 libros per cápita en la Región Metropolitana mientras que en la Segunda Región, la cifra es de 0,55 libros.”
Y en cuanto a las artes escénicas agregan “Las personas pertenecientes al estrato socioeconómico bajo, de acuerdo a la encuesta de consumo cultural realizada por el CNCA y el INE en la región Metropolitana, están en gran medida excluidas del acceso a los bienes culturales y artísticos, limitando su consumo cultural a actividades realizadas en sus domicilios, esto es: ver televisión, escuchar radio, oír música.
El 93,6% de este segmento tiene un consumo cultural considerado bajo o mínimo, es decir, se encuentran excluidos de las actividades culturales que ocurren fuera del ámbito de los medios de comunicación. Por otra parte, sólo el 0,1% tiene un consumo cultural alto, que incluye más de diez bienes culturales diferentes. Entre los sectores de escasos recursos, sólo el 17,9% ha leído un libro en los últimos doce meses (aunque cerca de un 30% declara que le gustaría leer en su tiempo libre), sólo el 6,1% ha asistido al cine, y no más del 6% ha participado de un espectáculo escénico de teatro o danza”
Siguiendo con la falta de democratización en Chile, Subercaseaux afirma que “El gran tamaño de Santiago como mercado ha contribuido a centralizar aun más la producción artístico cultural. En el año 2000 se estrenaron 207 obras de teatro, todas en Santiago. De las 135 galerías de arte que hay en el país 127 de ellas están en la capital. Aún más, si se hiciera un catastro y un mapa de las salas de cine, galerías, librerías de libros, bibliotecas, museos y teatros del país, con toda seguridad un altísimo porcentaje estaría ubicado en las seis comunas más pudientes de Santiago.”
Con todo esto se concluye, solapadamente, que a pesar que se han invertido millones en diversas políticas culturales en Chile, son múltiples los ejemplos de estas políticas culturales “democratizadoras” que no democratizan y siguen manteniendo a mayorías enormes sin concurrir ni siquiera una vez en la vida a un teatro.
Tal es el caso que Pau Rausell plantea en su texto “Cultura, barata cultura” donde derriba el mito de las políticas culturales de subsidios regresivos en Valencia a principios del siglo XXI.
El autor asevera que En este contexto parece que la situación en Valencia es de verdadero placer para el consumo de la denominada “alta cultura”. Según los datos que aparecen en el Anuario de la SGAE sobre 2002, en la Comunidad Valenciana una entrada media de teatro (recaudación total partida por espectadores totales) cuesta menos de la mitad que en el resto de España (4,9 Euros frente a 10,4), un poquito más de la mitad en el caso de la danza (6,0 frente a 11,6), bastante menos de la mitad en el caso de la ópera (13,7 frente a 30,4), un par de euros menos en la música sinfónica (11,7 frente a 13,8) y una tercera parte en el caso de la música de cámara (2,8 frente a 8 euros). Y encima por tres euros te regalan siete u ocho exposiciones de la Bienal de impacto mundial.”
Pero Pau Rausell continúa: “¿Pero que pasaría si no nos creyésemos el supuesto inicial? Es decir si pensásemos que la restricción presupuestaria no es una restricción relevante para la democratización de la cultura. Sabemos que la entrada media a un partido de fútbol de Primera División en la temporada 2001/2002 costó 24,1 Euros (y 19,8 en Segunda División) y nadie parece reclamar deficiencias en la democratización del fútbol. También numerosos estudios, entre ellos el excelente de Roberto Luna sobre el consumo teatral en la ciudad de Valencia, demuestran que sólo para una parte muy pequeña de los no asistentes, el precio resulta una variable explicativa de su no asistencia.”
Y Pau Rousell nos lleva más allá y se plantea lo que pocos: “¿Qué pasaría si pensásemos que probablemente la democratización de la cultura es uno de los fracasos más estrepitosos -no sólo en España- de las políticas culturales? Con datos de 1998 se vio que un 97% de los españoles no ha asistido a una ópera ni a un espectáculo de danza, un 90% no ha asistido nunca a una sesión de música clásica, un 75% nunca ha asistido a una obra de teatro... Si pensamos, como nos indican numerosos estudios, que el consumo de alta cultura sigue siendo un hábito de las clases medias-altas, unos precios subvencionados y muy bajos no significan más que el conjunto de la ciudadanía -cuya mayoría no consume servicios culturales- está transfiriendo recursos -dinero, para saltarnos jergas- de los impuestos para que una minoría rica e ilustrada disfrute de música clásica, teatro y arte contemporáneo a precios de saldo. Por ejemplo, un estudio sobre los asistentes al Liceu de Barcelona mostraba que más del 80% se encuadraban en la clase alta y sólo el 6% se asignaban a clase baja. Si uno se pusiera a las puertas del Palau de Valencia en un concierto lírico podría comprobar la sonrisa de notarios, médicos, catedráticos y abogados pagando apenas 30 euros por sesiones cuyo coste por asistente está cuatro o cinco veces por encima de lo que pagan.”
¿Por qué si se subvenciona la creación nacional, logrando mayor cantidad de productos, los espectadores no aumentan prácticamente?
¿Por qué subvencionando los precios de las entradas a espectáculos en Valencia se demuestra que no rotan los públicos ni se democratiza la cultura?
¿Qué sucede en Chile?
Para responder esta pregunta, los gobiernos anteriores debieron haber demostrado un poco de mayor interés en realizar los estudios de participación ciudadana real en la cultura, a la vez que haber realizado análisis iniciales y otros que indicaran los presuntos resultados de las políticas aplicadas. Pero sólo se produjeron materiales de estudio referente a gastos y números de “eventos” o “productos” realizados, sin saber que tan eficaces han sido ni que puntos de comparaciones hay.
Por ejemplo el CNCA indica que hay actualmente más de 440 bibliotecas en todo el país, en cambio España, teniendo aproximadamente tres veces más de habitantes que Chile, tiene 10 veces más bibliotecas públicas que Chile. Claro, Chile venía de un “apagón cultural” de 16 años, en cambio el español fue de 50 años.
Por otro lado, el libro del CNCA Informe Anual 2009 con los resultados del año 2008, indica que en Chile se editaron 4420 títulos de libros y hay 157 librerías en todo Chile. Para contrastar, sólo en la provincia de Buenos Aires (con una población un par de millones menor a la de Chile), según la OIC Bs.As., ese mismo año se publicaron casi 23.000 títulos diferentes; existen alrededor de 2000 librerías o puntos de ventas de libros en toda Argentina, más de 12 veces la cantidad de Chile, para una población de poco más del doble de la chilena.
En cambio Uruguay, con 3 millones de habitantes, publicó casi la mitad de títulos que en Chile ese mismo año, según la cámara del libro uruguaya. Y aunque no hay cifras en cuanto a librerías a nivel nacional, cabe destacar que sólo en el centro de la pequeña ciudad de Montevideo, hay alrededor de 50 librerías, un tercio del total nacional de Chile, pero en un área de 200 hectáreas.
Siguiendo en la temática, Uruguay cuenta con 334 entidades editoras en 2006, 54 serían industriales, mientras Chile 428 y 97 en el mismo año y Argentina 2194 y 465.
Hace no mucho tiempo escuché o leí una nota, donde un dirigente de las editoriales chilenas solicitaba proteccionismo, ante la industria extranjera, por la poca venta de textos nacionales.
¿Dan buenos resultados los subsidios o intervenciones estatales en las industrias culturales nacionales vs extranjeras?
Prueba de esto es el cine alemán, que con 150 millones de dólares en subvenciones a la producción nacional, aunque crecieron las producciones, no lograron superar el 7% del total de espectadores de películas nacionales y extranjeras. Igual número que presenta Chile en el año 2008 según ODAI, a pesar de ayudas como las del Fondart, Ibermedia, coproducciones con otros países, etc.
Este señor, me pregunto, ¿desea mejorar la venta de libros u obtener mayores ganancias con dineros públicos, incluyendo el de los menos favorecidos de la sociedad?
¿Por qué no plantea una reducción del IVA?, impuesto regresivo que bajaría de un plumazo un sexto del valor de la actualidad. Que por ejemplo se aplica al caso uruguayo, donde no pagan IVA los libros, revistas, diarios, tanto nacionales como extranjeros, y tiene mejores indicadores en cuanto a lectura y edición de libros que Chile.
Aunque esto no eliminaría el 50% o más del analfabetismo funcional que hay en Chile, ni haría que el 50% de los chilenos que ni siquiera leen un libro al año, lo hagan, ya que sólo el 20% de los encuestados no lectores declararon que el precio era un factor importante, casi el 80% declaró por falta de interés o de tiempo.
Marcelo Cid dice "Pretender, como se lo venimos escuchando a tantos políticos desde hace ya mucho tiempo, que en veinte, diez o cinco años seremos como Portugal, como España; y que Dinamarca o Nueva Zelandia podrían ser nuestros modelos, cuando sabemos que nuestros ejecutivos; o sea quienes toman las decisiones (no me atrevo a pensar en artesanos, obreros y otras categorías), no son capaces de interpretar cabalmente un texto sencillo, ni de expresarse por escrito con un mínimo de corrección, es pues sencillamente una quimera, cuando no una pura fantasía demagógica".
Y aquí llegamos a otras preguntas. ¿Cómo puede ser que un país como Chile, que en la década del 60 y 70 tenía muy bajos índices de desarrollo humano, alta pobreza, y otras carencias sociales, y que hoy se lo considere el que mejores resultados económicos ha logrado, en cambio en desarrollo humano, social y cultural, siga estando relegado a terceros y cuartos puestos?
Agrega en su trabajo Marcelo Cid:
1) En Chile, el 62% de los estudiantes que terminan primero básico no saben leer (El Mercurio, 20 de abril de 2009).
2) De los alumnos de 15 años, 37% no alcanza las competencias mínimas de comprensión lectora que deberían haber adquirido a esa edad (El Mercurio, 26 de julio de 2009)
3) Según la Oecd, 57% de la fuerza laboral chilena tiene un nivel deficiente de comprensión de lectura, mientras que sólo 4,9% tiene un nivel “aceptable” (traducido en notas, de 4,0 a 4,9).
4) El 46% de los universitarios en Chile –la elite educacional- no entiende lo que lee; casi el 32% no puede asociar contenidos de más de una disciplina y el 33% afirma que lee ocasionalmente, casi nunca o nunca (La Tercera, 1 de agosto de 2007).
5) En 2004, la Encuesta Internacional de Alfabetización de Adultos, en conjunto con el Instituto Nacional de Alfabetización de Estados Unidos, estableció que el 85% de los chilenos entre 16 y 65 años tiene comprensión lectora en el nivel 1. Ello se traduce en que apenas pueden entender la etiqueta de instrucciones de un producto comercial. En dos palabras, analfabetos funcionales.”
Uruguay es el país con menor tasa de analfabetismo en América Latina. El dato es brindado por Unesco, en un estudio realizado conjuntamente con la Organización de Estados Independientes (OIE) y difundido por el diario Clarín de Buenos Aires. Según indica la información los datos recabados entre los años 2000 y 2004 señalan que Uruguay se ubica primero en el ranking internacional de países con menos analfabetismo de América Latina. La lista es completada por Argentina (segundo), y Cuba (tercero) mientras que Venezuela está quinta después de Chile. El país con mayor tasa de analfabetos -según la encuesta- es Guatemala con más de un 30 % de su población mayor de 14 años.
¿Cómo explicamos esto en Chile? A medida que crece su economía, las desigualdades sociales permanecen. Y la cultura y el conocimiento, son las principales herramientas para que la sociedad deje de ser desigual.
Y así como se lo plantea parcialmente Marcelo Cid, yo me lo pregunto en su totalidad.
Si las políticas culturales de los últimos 20 años, como dice Subercaseaux, son sólo intenciones buenas, y si a ello le sumamos los paupérrimos números de la educación escolarizada chilena, analfabetismo funcional, subvenciones económicas a artistas de las elites artísticas y socioeconómicas del país, como en el cine nacional, algo no funciona. Mientras la inmensa mayoría de los chilenos no acceden a una buena cultura ni educación, o al menos reciben proporcionalmente al monto que pagan por ella, con universidades sin fines de lucro que lucran, un país centralizado que dedica dineros nacionales para mantener la cultura, la infraestructura y los servicios de la capital en detrimento de las provincias, hay que sincerarse y preguntarse si todo esto no es sólo parte del eterno statu quo que vive Chile; con una minoría de la clases sociales privilegiadas (empresarios, aristócratas, latifundistas, militares y políticos) que acceden a ser cultos, educarse, a tener buenos trabajos y muy bien remunerados, y una inmensa mayoría con mala educación formal, analfabeta funcional, con malos sueldos que los obligan a trabajar más horas de las establecidas internacionalmente, y todavía a financiar con sus impuestos los servicios y bienes de los privilegiados.
¿Hay o hubo un real interés en democratizar la cultura en Chile y terminar con el status quo social y económico? Los pocos números a los que el gobierno da acceso, al menos demuestran un fracaso importante en sus políticas de educación y culturales. Claro, para las elites no hubo ningún fracaso, como dice Pau Rausell, es pura Jauja.

Fuentes consultadas
Lyotard, Jean-François. 1979. La Condition postmoderne: Rapport sur le savoir. Jean-Francois Lyotard Editions de Minuit, Paris.
García Canclini, Nestor. 2004. ¿La mejor política cultural es la que no existe? Revista Telos: Cuadernos de comunicación e innovación nº 59, pp 10-11
Aguirre Arriaga, Imanol. Taller 2006 "LOS PROBLEMAS DE LA COMPRENSIÓN DE LA CULTURA VISUAL", Centro Cultual de España, Montevideo, Uruguay
Rausell Köster, Pau. Cultura, barata cultura. Diario El País, 5 julio 2003. http://www.remiendoteatro.com/Notas/Cultura,%20barata%20cultura.htm
Observatorio iberoamericano del derecho de autor (www.odai.com):
CNCA e INE, Las estadísticas de Chile - Cultura y tiempo libre, informe anual 2009
Marcelo Cid, Periodista y editor de contenido Departamento de Tecnología Educativa Universidad Uniacc: Analfabetismo funcional y educación a distancia Oct. 19 , 2010 http://blog.latercera.com/blog/uniacc/entry/analfabetismo_funcional_y_educaci%C3%B3n_a

ESCANDÓN, Arturo (2000): Censura y liberalismo en Chile, Santiago de Chile.

FAZIO, Hugo (1997): Mapa actual de la extrema riqueza en Chile, Santiago de Chile, Ediciones LOM / ARCIS.

Muñoz H., Juan Antonio -La pobreza en Chile ELMERCURIO.COM Domingo 20 de enero de 2008

viernes, 23 de septiembre de 2011

La conspiración que anestesia a un pueblo.

En Chile la falta de participación, a la hora de las decisiones, es patológico. Lo digo en el sentido que es una sociedad bastante clasista, que ha funcionado por siglos con un pequeño grupo de poder, siempre aislando al pueblo de toda posible participación. Y prueba de ello han sido los golpes militares, la represión de las fuerzas armadas y policías en períodos de "democracia", evitando protestas y manifestaciones populares, como hace 100 años en la escuela Sta. María de Iquique, y si revisamos bien fueron más de 50 reconocidas, en el siglo XX, sin mencionar la dictadura de Pinochet. Podemos ver (http://www.archivochile.com/Historia_de_Chile/sta-ma2/2/stamatexrel000005.pdf ), que en general, los gobernantes chilenos utilizaron más de lo que la gente piensa y conoce, las estrategias de represión, incluyendo grandes masacres de hombres, niños y mujeres, principalmente contra los obreros salitreros, los ferroviarios, mineros, portuarios, sindicalistas de Punta Arenas, etc. cada vez que había organización obrera o popular, los gobiernos las eliminaban.

No es de extrañar la falta de participación actual, la gente aprendió a sangre y balas que no debía participar, a no meterse. Por supuesto, los poderosos de Chile siguen con otras estrategias nuevas para evitar la participación, generando mano de obra barata, mala educación generalizada, delimitar bien los territorios de acuerdo a las clases sociales, etc. Y esto pensando que los gobiernos de Chile aspiran a ser un país desarrollado, pero con políticas sociales internas de las peores de Sudamérica. ¿Cómo hacemos ahora, para que la gente se involucre sin temor y cambiarles el chip del individualismo, y que si se organizan ganan más que haciendo las cosas en forma independiente e individual? Porque los que tienen el poder no creo que estén muy de acuerdo en repartirlo, y la historia chilena lo demuestra bien clarito. Por algo en Chile menos del 10% de los trabajadores está sindicalizado. Una sociedad que rechaza sus derechos civiles, evidentemente está enferma.

Otro tema que mantiene el staus quo, manejando estratégicamente la comunicación "soberana", que mantiene una cierta unidad nacional, y que evidentemente desvía la realidad de dos Chiles opuestos, es la magnificada relevancia que se le da a la idea de vivir rodeados de países que quieren quitarle territorio a Chile.

Mientras en los colegios se les miente a los alumnos sobre el verdadero origen de la Guerra del Pacífico, creando una mitología, incluso, de héroes que no lo fueron, los chilenos viven eso como realidad y se sienten proclives a una posible invasión, casi a la misma medida que a las posibilidades de un terremoto.

Los chilenos se forman aprendiendo que el libertador de Chile no fue San Martín, deuda eterna al pueblo Argentino, muchas veces odiado y envidiado, o que Perú y Bolivia se aliaron para hacerle la guerra a Chile, cuando en realidad los concesionarios Ingleses de las salitreras bolivianas y chilenas, le pidieron al gobierno chileno que comenzara una guerra por intereses particulares de éstos. Qué inmensa casualidad, luego de ganar la guerra, Chile se queda con los territorios mineros y los "dueños de las minas" se hicieron multimillonarios, pagando casi nada de impuestos. Mientras, el pueblo chileno tenía índices de pobreza similares a los de África.

Por otro lado, un viejo tema, pero muy actual, que no se soluciona nunca. El alcoholismo en Chile es una epidemia, y los accidentes de tránsito, en gran parte por ebriedad de conductores y peatones, son similares a países con muchas veces más población que la nuestra.

No hay nada que inventar, todo ya se inventó, pero no hay intereses en poner impuestos a los alcoholes, que son menores que los de los combustibles para calentarse y cocinar, increíblemente. No se evita publicidades en espectáculos deportivos, en lugares que niños participan. La televisión y las publicidades promueven cada fecha patria como el último día en la tierra y que hay que beber hasta desfallecer. El estado, el Ministerio de Salud Pública no intervienen adecuadamente.

El resultado, un país con gran parte de la población anestesiada, alcohólica, esperando el momento para evadirse de la realidad inmodificable.

¿Le convienen a los grupos de poder, que gobiernan, que estos "anestesiados" lo dejen de estar?

Pero ayer, unos 150.000 chilenos demostraron que algunos cuantos están cambiando, al puro estilo de Matrix, hay gente que prefiere despertar, ver la realidad angustiante y luchar para cambiarla.


sábado, 30 de julio de 2011

Viajando por el tiempo.

Ayer caminaba por el centro de Valdivia, sumergido en mis pensamientos cuando, siento un exquisito aroma. Similares he sentido hace poco, pero éste era especial, casi único.
Enseguida retrocedí décadas y rememoré el mismo olor a café en Buenos Aires, el de mi niñez quizás, o de mi adolescencia. Era olor a café de cafés, de boliche de cafés. No era el de Manzanares, ese que siempre se sentía desde la vereda, a café molido. No, éste era un sabroso café elaborado.
Son recuerdos de las calles porteñas, olores de los boliches típicos, con sus sillas de madera antiguas, delicadas, livianas, que pareciera cualquier gordo las romperá al intentar sentarse. Las mesas con fórmica, cármica, blanca, las tazas y platillos como un enorme dado, donde el uno es el café, el único número en ese dado deforme. Los pancitos envueltos de papel y rellenos de azúcar, otros dados pero sin numerar. El vaso de soda, que siempre va a saber a soda, ni a agua de la canilla , ni a agua mineral. Y ese ruido... que dice silencio con terrible estruendo mientras el vaso se llena, más de aire que de agua.
Olor a una bolsa de café de papel, que por años tuvo sellos sin clasificar, de papá. La bolsa era de posiblemente del bowling donde trabajó papá en Buenos Aires por los setenta. Muchos años después, aún olía a café y proyectaba imágenes de la gran ciudad que ya no está.
Micros coloridos pintados con filigranas diversas, mis paseos por plazas, el jardín, los jardines donde fui abanderado, conocí a María Eugenia, dónde se cerró aquella puerta inmensa con mi madre del otro lado, de plastilina, plasticina.
Hoy, de casualidad, viendo una figura del chavo, viajé en el tiempo nuevamente. Treinta años aproximadamente. Cuando veía al chavo del ocho en la casa de Juana, los domingos de tarde. En la casa de mi tía abuela se veían canales argentinos, y cuando la visitábamos yo aprovechaba a ver tele, en casa no teníamos aún. Pasaban el chavo, Disneylandia y creo que titanes en el ring y el Capitán Piluso. No estoy muy seguros de estos dos últimos.
Fue un centelleo, y me encontraba de nuevo frente a la tele blanco y negro viendo treinta años atrás lo que aún se puede ver hoy.
Hace unos días recordaba el dulce de higo y de tomates de Juana, el pan casero, el agua del aljibe, las lechugas coloradas.
No se en que parte del camino estoy, posiblemente ya pasé la mitad de el, pero hay señales muy seguidas, que me dicen que soy lo que fui.

miércoles, 29 de junio de 2011

¿Cuáles son los principales obstáculos, y cuáles las facilidades, que hay hoy en Chile para avanzar hacia el desarrollo local?



Por Lautaro Salgado


Para empezar me animaría a decir que Chile carece de encuestas sobre consumo de cultura y similares en cuanto a las industrias culturales, es más, hay varios trabajos que hablan sobre el tema y que indican que debe hacerse un buen diagnóstico de dónde está parada la cultura chilena para activar buenas políticas al respecto.
En la parte social, hay un estigma enorme, que divide socialmente al país entre ricos muy ricos, y una mayoría importante con un desarrollo socioeconómico bastante pobre para la realidad económica del país.
Y esto es parte del problema o fracaso del desarrollo local descentralizado y democratizador.
Por un lado los movimientos sociales están debilitados en general, por ejemplo:
-Varios sindicatos nacionales de trabajadores, empresas con multirut para evitar sindicalización o atomizar en varios sindicatos por empresa, debilitándolos.
-Discriminación hacia los mapuches y sus movimientos sociales, hacia los homosexuales y otras minorías que no acceden a igual desarrollo humano que el resto de la sociedad.
Aunque hay que reconocer que últimamente ha habido una explosión fuera de la norma en movilización social homosexuales, estudiantes, ecologistas, mapuches, con acciones diversas como marchas públicas con gran cantidad de participantes. Esto genera redes, capital social y de continuar debiera generar alguna ganancia.
Pero en general, las redes de poder y control son estáticas, muy poco elásticas. Donde siempre son las mismas etnias, grupos culturales y sociales, grupos por género o sexualidad los mal reconocidos o no aceptados en el lugar propio de los grupos de poder. Hay muy poca permeabilidad para que los grupos controlados puedan formar parte del lugar del poder, viviendo en la realidad en un sin número de no lugares.
Por ejemplo esto se nota a nivel municipal, cuando los ciudadanos realmente no sienten tener un relacionamiento con feed back con las autoridades. Pareciera que las autoridades luego de ser electas no consideran necesaria la participación directa del electorado. Llevando adelante, el alcalde, su plan político sin mayores reservas. Esto termina dañando parte del desarrollo local por falta de iniciativas populares tenidas en cuenta, muchas veces dañando la diversidad cultural y de ideas, al llevarse una política general hegemónica. Los representantes al final suelen ser siempre de los mismos sectores socioeconómicos.
Por otro lado, el estado se ha divido de tal manera que la lógica indica una descentralización, provincias, regiones, alcaldías. Pero la burocracia, en muchos casos, genera que mientras más alejado de la centralidad, más tarde se llega a resultados positivos locales. Para empezar, el capital social es más fuerte y las redes sociales son más fuertes mientras más cercanas al centro de poder central, ya que se poseen medios y recurso de mejor calidad, cercanía y facilidad para incidir.
De un punto de vista netamente cultural artística la democratización de la cultura se menciona como parte fundamental para el desarrollo local, la cual no sería posible con las políticas de las industrias culturales actuales y sin políticas culturales de protección en muchos casos.
Se justifica en que las leyes de mercado, impuestas en las industrias culturales, fallan, por ejemplo en:
 el valor educativo y formativo de la cultura
 el valor simbólico
 la cultura como proceso investigador
 la demanda de generaciones futuras
 el valor de opción


“Uno de los objetivos que mayor consenso alcanza en el campo de la política cultural es el concepto de “democratización de la cultura”. Esta democratización se puede entender en varias dimensiones pero quizás la más tradicional tiene que ver con el hecho de que todos los ciudadanos tengan la opción, si lo desean, de acceder al consumo y a la práctica de bienes, actividades y servicios, reservados en sociedades premodernas a las élites económicas y culturales. Es decir, que tener la opción de escuchar al trompetista Marsalis, asistir a una obra de Chejov o poder contemplar una exposición de Piero Dorazi no sea sólo un privilegio de las clases altas…“(Pau Rausell Köster)

Hay que tener en cuenta lo que dice Néstor García Canclini, que las políticas culturales pueden perjudicar las condiciones de comunicación. Quedarnos con que las políticas de un estado son por sí positivas o siempre con buenas intenciones, es algo paradójico.
Los regímenes totalitarios la han utilizado para sus propios intereses, la cultura se usa como vehículo ideológico, legitimador y proselitista generalmente. Y no hay que olvidar el impacto electoral de una u otra política cultural. Pareciera que en parte, en Chile, se han utilizado con alguna lógica electoral, ya que la mayoría del arte y la cultura pasa por las zonas de gran densidad demográfica. Lo que económicamente es más rentable, que llevar un gran espectáculo a un extremo del país para una pequeña población. Inversión económica vs réditos en cantidad de votantes involucrados.
En base a democratizar la cultura chilena es que los últimos 20 años se han dirigido, supuestamente, las políticas culturales en el país.
Por ejemplo, a pesar de todas las medidas que largos volúmenes impresos a todo lujo y en forma propagandística, han hecho los últimos gobiernos, igual los analistas son críticos.
En este sentido, sobre el tema literatura y libros, Bernardo Subercaseaux afirmó en una entrevista que la gestión de los gobiernos concertacionistas en esta materia podría resumirse como buenas intenciones.
Y agrega en su texto La cultura en los gobiernos de la concertación “La tercera constatación es que áreas tradicionales vinculadas a la cultura ilustrada, como la del libro, la literatura y la industria editorial, han perdido relevancia y valoración social. Luego de una recuperación inicial, los índices posteriores a 1998 han caído sistemáticamente a pesar de celebraciones en torno a las figuras de Pablo Neruda y Gabriela Mistral (caídas en número de librerías, números de libros leídos por año, producción de libros por habitante, cifras de exportación e importación)”
Así mismo los autores de DEFINICIONES DE POLÍTICA CULTURAL 2005-2010 MAYO 2005 destacan que “Un país pobre en lectores condena su capacidad de comprender el mundo. En la misma medida que las personas sean capaces de leer y expresarse oralmente, también serán capaces de participar en una sociedad democrática.” Y que “Al respecto, resulta indicativo que en Chile tengamos aproximadamente 0,6 libros impresos per cápita en un año, mientras que países como Argentina alcanzan 1,1 libros per cápita, España un 4,6 y Francia un 7,9. Hay también un desequilibrio regional en lo referido a las casas editoras y a los canales de comercialización del libro: tenemos ocho regiones en las cuales no existen casas editoriales, y en la Región Metropolitana se encuentra el 42% de las 157 librerías o puntos de venta existentes en el país, en la región de Valparaíso el 13% y en la de Tarapacá el 6,3%, es decir 10 librerías. Los préstamos bibliotecarios, en cambio, ascienden a 0,12 libros per cápita en la Región Metropolitana mientras que en la Segunda Región, la cifra es de 0,55 libros.”
Y en cuanto a las artes escénicas agregan “Las personas pertenecientes al estrato socioeconómico bajo, de acuerdo a la encuesta de consumo cultural realizada por el CNCA y el INE en la región Metropolitana, están en gran medida excluidas del acceso a los bienes culturales y artísticos, limitando su consumo cultural a actividades realizadas en sus domicilios, esto es: ver televisión, escuchar radio, oír música.
El 93,6% de este segmento tiene un consumo cultural considerado bajo o mínimo, es decir, se encuentran excluidos de las actividades culturales que ocurren fuera del ámbito de los medios de comunicación. Por otra parte, sólo el 0,1% tiene un consumo cultural alto, que incluye más de diez bienes culturales diferentes. Entre los sectores de escasos recursos, sólo el 17,9% ha leído un libro en los últimos doce meses (aunque cerca de un 30% declara que le gustaría leer en su tiempo libre), sólo el 6,1% ha asistido al cine, y no más del 6% ha participado de un espectáculo escénico de teatro o danza”
Siguiendo con la falta de democratización en Chile, Subercaseaux afirma que “El gran tamaño de Santiago como mercado ha contribuido a centralizar aun más la producción artístico cultural. En el año 2000 se estrenaron 207 obras de teatro, todas en Santiago. De las 135 galerías de arte que hay en el país 127 de ellas están en la capital. Aún más, si se hiciera un catastro y un mapa de las salas de cine, galerías, librerías de libros, bibliotecas, museos y teatros del país, con toda seguridad un altísimo porcentaje estaría ubicado en las seis comunas más pudientes de Santiago.”
Con todo esto se concluye, solapadamente, que a pesar que se han invertido millones en diversas políticas culturales en Chile, son múltiples los ejemplos de estas políticas culturales “democratizadoras” que no democratizan y siguen manteniendo a mayorías enormes sin concurrir ni siquiera una vez en la vida a un teatro.
¿Cómo explicamos esto en Chile? A medida que crece su economía, las desigualdades sociales permanecen.Porque hay grandes problemas estructurales sociales, como desempleo, malos proceso de integración, frustración, desigualdades enormes, etc.
La cultura y el conocimiento, son las principales herramientas para que la sociedad deje de ser desigual.

Chile posee la institucionalidad legal e instituciones culturales muy importantes, pero centralizadas y las bases de una gran cantidad de redes sociales, pero muy atomizadas, que general poco capital social local en provincia. Hay que implementar una descentralización de la cultura, políticas y cultura de democratización, de respaldo y apoyo a las redes sociales, generando conocimiento para que los partícipes de las redes sociales generen mayor capital social, y promover de diferentes formas la asociatividad: centros deportivos, sociales, culturales, facilitando burocráticamente y asesorando a grupos sociales para que formen asociaciones. Promover leyes que permitan mejor temas como la sindicalización, cambiar la imagen respecto a los sindicalistas y sindicatos.

Por otro lado, en cuanto a la cultura y basado en los hechos, mi experiencia, y un análisis “diferente” al de la lógica que cualquier política cultural sería mejor que ninguna, propongo realizar una política cultural más centrada en experiencias exitosas de este mundo globalizado. Como por ejemplo la que ya trasmití del centro cultural Florencio Sánchez o la que el municipio de Montevideo, desde hace unos 15 años ha llevado, en una política de democratización diferente. Sabiendo lo que cuesta económicamente mantener una filarmónica ociosa, por ejemplo, y que es paga hasta por el ciudadano más pobre de la ciudad, se gestó una lógica diferente: si no vienen, vayamos a ellos.
Recuerdo que comenzaron haciendo conciertos gratuitos en iglesias de diferentes barrios, con una buena promoción en medios y resultó todo un éxito. A las iglesias iba mucha gente por primera vez a ver una orquesta, pero mucha era gente que gustaba de esa experiencia musical, y que por diferentes motivos no concurría al teatro Solís, lugar natural de la filarmónica.
En una segunda etapa, el director de la orquesta se plantea hacer temas populares de cine y personajes de Disney, entre otros, incluyendo participación de actores en el mismo escenario y también de los mismos músicos. Fue otro éxito, pero los principales espectadores provenían de la clase media. Se dio un paso más y se llevó nuevamente a los barrios, a parques, playas, con buen acceso de locomoción pública y miles se reunían a escuchar a una orquesta filarmónica tocando un tema de la Pantera Rosa o de Zitarrosa.
Entonces podríamos concluir en:


 Sacar las artes “cultas” de las simbologías de los edificios “cultos”, llevándolas a espacios más democráticos.
 Romper la lógica que dice que el mayor problema es el económico, cuando es muy probable que hayan limitantes de acceso “social” a determinados espacios, formas de vestir, apariencias físicas, incluso de locomoción para retornar a la casa a altas horas de la noche en distancias grandes.
 Los programas educativos de enseñanza primaria y secundaria debieran tener incluido, varias veces al año, la visita de los niños y adolescentes a museos, exhibiciones de arte, artes escénicas, centros culturales, espacios de creación artística, artistas, etc. Si no hay en el lugar, trasladarlos a una ciudad cercana que posea estas instituciones. Creando, de esta manera, una democratización desde los inicios en la participación de estos espacios, más el imaginario colectivo que las artes están a disposición, en espacios “abiertos” para cualquiera y no sólo para una elite. Creando un “gusto” por las artes clásicas y modernas. Estas visitas pueden estar vinculadas a temas que se tratan en el curso.
 Entradas gratuitas en todas las instituciones del estado (museos, teatros, centros culturales, etc.) para estudiantes y menores de edad y jubilados como en el punto anterior para promover hábitos de permanencia y participación en ellos.
 Muestras itinerantes en regiones de toda la riqueza y diversidad de productos artísticos que hay en Santiago.
 Políticas de intercambios culturales interregionales de grupos de teatro, danza, música, exposiciones de arte, etc.


Por último hay que realizar un buen diagnóstico de la situación actual, así enfocar los recursos en forma correcta, definir quién toma las decisiones en cuanto a la cultura: ¿Los técnicos en cultura, los políticos, los expertos, los agentes culturales y/o los ciudadanos?
Sin lugar a dudas, las políticas culturales dependen de quiénes las crean y hacia donde están dirigidas.
Generar y facilitar, sin poner trabas, la intervención de los ciudadanos en el proceso de desarrollo sociocultural, ya que los que saben mejor sobre sus características, falencia y oportunidades, son los mismos ciudadanos involucrados en su territorio, en sus lugares y no lugares a modificar.
Aprovechar los temas en común, las identidades de cada localidad y transformarlas en generadoras de redes sociales fortalecidas que creen gran capital social en cada localidad.






Araya, Rodrigo. 2010. Comunicación y sociabilidad. Texto de Apoyo del Curso
Boisier, Sergio. 2001. desarrollo (local): ¿De qué estamos hablando? En Madoery, Oscar y Antonio Vásquez – Barquero (Eds.) “Transformaciones globales, Instituciones y Políticas de desarrollo local”. Editorial Homo Sapiens, Rosario, 2001.
Winchester, Lucy. 2002. Reflexiones sobre una propuesta para el desarrollo local en Chile. Temas Sociales 44, Boletín del Programa de Pobreza y Políticas Sociales de SUR.
García Canclini, Nestor. 2004. ¿La mejor política cultural es la que no existe? Revista Telos: Cuadernos de comunicación e innovación nº 59, pp 10-11
Rausell Köster, Pau. Cultura, barata cultura. Diario El País, 5 julio 2003.
http://www.remiendoteatro.com/Notas/Cultura,%20barata%20cultura.htm

CNCA e INE, Las estadísticas de Chile - Cultura y tiempo libre, informe anual 2009

jueves, 12 de mayo de 2011

UNA MIRADA MESTIZA









Quiero comenzar explicitando que este trabajo se basará en mi mirada y experiencia personal, parte de la cual se desarrolló muchos años en el extranjero. Viví en Buenos Aires, ciudad cosmopolita por excelencia, además de sus orígenes españoles y enorme influencia italiana, alberga la segunda comunidad en tamaño de lituanos en el extranjero, después de Nueva York, la mayor cantidad de gallegos fuera de Galicia, gastronómicamente no carece de cocina árabe, armenia, repostería francesa y tan francesa que sólo en Francia se ven cosas similares, etc. Y todo esto dado la inmensa cantidad de comunidades que con su cultura aportaron en la arquitectura del siglo XIX (Ingleses y franceses), al arte, al idioma (el lunfardo, de origen italiano y hablado por las clases bajas), la música, y todo lo que se ve, se siente, se huele, y se toca.
En Uruguay viví en Montevideo, culturalmente una Buenos Aires pequeña, con idiosincrasia propia. A pesar de las diferencias notorias, no creo en el mundo, dos capitales tan parecidas culturalmente. Por supuesto que mucho aporte se generó desde la más grande, pero compartimos iguales orígenes, iguales corrientes inmigratorias y mucho aporte a la inversa. Tal es así, que sin llegar a la discusión de Gardel, el cual tenía pasaporte uruguayo cuando murió, diciendo que era nacido en Tacuarembó, la obra maestra del tango mundial, con la cual se suele representar a Argentina en mundiales, Juegos olímpicos, es uruguaya: La cumparsita.
Me crié en un barrio llamado villa Cosmópolis, rodeado de armenios, judíos, gallegos, españoles de diversos sitios, vascos, italianos, libaneses, mi bisabuelo otomano, mi bisabuela lituana, otra bisabuela nieta de griegos, rusos, checoslovacos, yugoslavos, croatas, polacos, entre otras comunidades más pequeñas en la zona. Algunas, al prosperar económicamente, se movieron a zonas sociales más acomodadas, ya que la villa Cosmópolis era un barrio obrero, de industrias frigoríficas principalmente.
Crecí viviendo el carnaval uruguayo, con conjuntos artísticos como la murga, de origen español y ahora totalmente acriollada, el candombe de los negros que casi sin variantes se mantiene lo más fiel posible a las tradiciones afrocoloniales, el tango con intercambios de ida y vuelta con buenos aires, una gran frontera con Brasil, donde en las principales ciudades una avenida abierta es el límite entre Brasil y Uruguay. Uno cruza de un lado al otro, a comprar, estudiar, al médico, etc., como si cruzara la alameda de vereda a vereda. En una de estas ciudades, Rivera, se generó un idioma nuevo, el portuñol. Usado principalmente del lado uruguayo. Sucede en igual medida que en Bs. As. gastronómicamente, arquitectónicamente, en los deportes, clubes formados por criollos, otros por extranjeros, iglesias armenias, clubes de lituanos, de griegos, gallegos, etc. donde se aprenden danzas típicas y el idioma, entre otros aspectos culturales.
Si no explicara esto, no podría entendérseme el por qué de mi opinión respecto al tema solicitado.
Ya hablé en mi otro trabajo, del curso de políticas culturales, la falta de políticas en Valdivia y alrededores, que me llegaban a dar la impresión que no se aprovechaba lo que había para un buen turismo cultural.
Mi mirada no es la mirada del chileno medio, sólo en algunos sitios he encontrado miradas similares en Chile y Valdivia.
Esta zona se destaca por presencia en un mismo lugar de una comunidad criolla alemana, originariamente alemana, criollos chilenos de origen español y poco mestizados, una gran mayoría mestiza (de criollos chilenos principalmente con población originaria) y población originaria, que si no me equivoco es principalmente mapuche en la región.
Por lo que conozco de Chile, no es igual en todos lados, ya que me ha llamado la atención que la zona central es la única donde el criollo chileno tiene una población importante, además del mestizo. No se número, pero es lo que se ve a simple vista. Y parto por esto, porque la separación etnogenética en Chile es notoria. Desde este punto de vista vemos que en Valdivia los alemanes realmente no se mezclaron genéticamente, hasta varias generaciones de acriollonamiento, y pareciera que estos criollos alemanes se cruzaron principalmente con criollos chilenos, no con mestizos ni con mapuches. Posiblemente por temas de clases sociales.
No se si en chile es un tema a tratarse, pero no se ven pobres rubios en general. En el río de la Plata, así como en Europa, América del norte ser rubio y pobre es normal. Esto indica que en Chile las poblaciones europeas no tuvieron ninguna intención de bajar de clase social ni de mestizarse. Es lo que se ve en Valdivia, descendientes de alemanes, con características europeas, o del chileno criollo.
El mestizaje de mapuches y criollos chilenos, seguramente se dio en el medio rural cuando los mapuches comienzan a ser invadidos culturalmente y no hay una resistencia, que ahora si se ve, incluyendo el orgullo de serlo.
Igualmente la discriminación social se ve muy nítidamente, aquellos que tenemos una mirada extraña, de formación diferente, como es mi caso, lo notamos al llegar a Chile casi inmediatamente.
En todos lados pasó que el mestizo se veía como lo peor de la sociedad, ya que no eran ni indios ni blancos. Es el caso del gaucho, desterrado, viviendo en una frontera mitad indígena, mitad blanca, despreciado en ambos lados. La historia dice que formados los países, los nativos comienzan a ser perseguidos y terminan siendo el último escalón de la sociedad. Los mestizos, mejor vistos y no queriendo formar parte de lo peor junto con los indígenas, tienden y quieren formar parte de la cultura hegemónica criolla.
Sin lugar a dudas la cultura hegemónica en Valdivia es la criolla chilena, la del huaso, la cueca, el pastel de choclo y la chicha, aunque ninguno de estos productos sean originarios de la zona. Tal es así que como no se da la vid, se hace chicha de manzana.
Como dice Gerardo Mosquera “-lo que Yulian Bromlei llama "separación etnogenética”, a través de los cuales las culturas desplazadas se transforman dentro de sí mismas en reacción a un nuevo contexto y sus conflictos” (
http://red.enfocarte.com/articulo_detalle.php?idarticulo=261&idcategoria=137)
El alemán y su descendencia, al igual que antes el español, ante nuevos conflictos a resolver: climáticos, geográficos, las culturas locales enfrentadas, terminan perdiendo su identidad, para crear una nueva criolla. Y cuando estos se mestizan, ya no son el alemán o el español, son una nueva identidad cultural, acriollada de sus orígenes, pero otra.
En la parte idiomática no se generó mestización evidente en Valdivia, ya que se habla Chileno, igual que en la región central. Se usan algunas palabras alemanas en lo gastronómico, pero no son parte del idioma chileno, si no del alemán, ya que Kuchen se traduce torta.
Es en la parte gastronómica que se nota un poco más la heterogeneidad, comida criolla chilena, mestizada con la mapuche, las cecinas y la cerveza local, que aunque no son netamente de origen alemán, ni ya se fabrican artesanalmente a la manera alemana, los dueños y la “marca” son de origen alemán. Y sin lugar a dudas la chocolatería y confitería es principalmente de origen alemán, ya que ni españoles ni mapuches la tenían en su momento. La parte marina de la gastronomía es bien criolla chilena, con origen español, pero ha perdido toda identidad española, como en otro sitios de América que se sigue hablando de cocina gallega, paella, etc.
Artísticamente no puedo hablar mucho del tema, ya que no conozco mucho el arte de la ciudad, lo poco que conozco es arte del llamado culto y elitista. Mucho apellido de origen gringo y de las burguesías criollas chilenas, y no confundo que alguien por tener apellido alemán, no indica que pinte según la escuela alemana de fulano de tal. En la música también se ve poco mestizaje, y se da un fenómeno de “frontera” entre la música del sur y del centro chileno. Mientras en actos patrios se escucha la cueca chilota y la del centro, se ve bien forzado la inserción de danzas y música pascuenses y nortinas. Sin lugar a dudas chile es multicultural, pero cada región tiene una identidad determinada, que escalonadamente se va diferenciando de las otras. Mientras más lejos, más diferente.
Volviendo a ese fenómeno de frontera, entre el centro y el sur, un centro que aporta la ranchera mexica hecha por chilenos en la tierra de la cueca, y tonos musicales del sur muy penetrados por la música patagónica y pampeana argentina. Es común escuchar música argentina, Sandro, tango y otros, que parecieran haber causado furor en alguna época en esta zona, y hoy suenan en radios locales como melodías nostálgicas de algo que ya no es. O algún músico callejero tocando un tango con su acordeón.
Recién en Panguipulli pude apreciar algo de música mapuche y en un ritual que supongo religioso. Ya que en radios, espacios abiertos, ferias, conmemoraciones, brilla por su ausencia.
Como ya mencioné en el wiki, artesanalmente, entre los artículos chinos, peruanos, bolivianos, ecuatorianos y la producción local, hay un universo para que un sociólogo lo analice. Una transculturación a mi ver muy negativa, que puede venir de una falta de identidad debido a la negación social de una mayoría mestiza, respecto a parte de su origen.
La arquitectura es quién más denota su pasado alemán. Las viejas casas alemanas de estilo que aún perduran son una buena cantidad, y son la parte que más indica ese origen al que viene de fuera. Luego los criollos alemanes también acriollan sus casas, con rasgos originarios, pero hechas según las necesidades propias, hasta derivar en un estilo de casas chilenas del sur, que perdieron toda identidad alemana. Se puede decir que la arquitectura chilena moderna, a su medida, emula a la norteamericana. Perdiendo todo rasgo de identidad nacional.
Desconozco el tema de los clubes, ya que parecen bastante cerrados a extraños (elitistas), incluso el club español, al cual concurrimos (mi hijo nació en Madrid) para ver si habían actividades culturales para que mi hijo no perdiera parte de sus raíces, se nos informó que no las hay, que son más un club para socializar. En este tipo de clubes en le río de la Plata, cualquiera puede ir a aprender flamenco, danza árabe, hacer patín, deportes, sólo pagando una cuota mensual bastante asequible.
Para terminar, agregaría que en Valdivia quedan vestigios de una cultura alemana, que se acriolló primero, perdió identidad y luego se mezcló, con otra cultura criolla chilena, que a pesar de ser minoría, la cultura hegemónica es la de los criollos chilenos Y el grupo mayoritario, proveniente de un mestizaje criollo chileno, con nativos, acepta esta cultura predominante y en gran parte escapa de la identidad nativa o indígena, ya que la cultura hegemónica socialmente ha visto siempre de una forma negativa y etnocultural a las naciones nativas del país. Se nota un esfuerzo por las diferentes culturas de tratar de mantener sus identidades lo más puras posibles, pero el tiempo todo lo puede, o desaparecen o se mestizan. Todo esto ha influenciado en las hibridaciones y transculturaciones, poco naturales o libres. Podríamos decir que fueron bastante manipuladas, programadas, aunque no se puede manejar tan sencillamente. Esto se ve más en el espacio urbano, hegemónico por excelencia del criollo chileno burgués.
Hace muy poco un descendiente de alemán, aquí en Valdivia, hablando de esa tendencia cultural chilena amante de lo germano (los uniformes del ejército chileno, por ejemplo), me mencionó que parte del “programa” al traer alemanes a la región era mejorar la “raza” chilena. Por supuesto que esto no se enseña en el colegio, no es políticamente correcto mencionarlo, menos sabiendo que esa política fracasó, ya que los alemanes no lo entendieron como parte del trato, parece.
Lautaro Salgado

PS: Ninguna palabra (Burgués, criollo, mestizo, etc.) del texto fue usada en forma peyorativa, sólo traté de usar la que mejor imagen diera a mi idea en su momento.

martes, 12 de abril de 2011

Mestizos

Siempre me sentí orgulloso de mi nombre, sabiendo la historia de Lautaro. Pero me llamaba la atención que en Chile no se usara como nombre común, como sí en Uruguay, país de mi familia materna (mi padre es chileno de Colchahua) dónde Tabaré, entre otros de origen indígena, son comunes.

Viví muchos años en el extranjero y tanto en Uruguay como en Buenos Aires se tiene la imagen del chileno normal como la persona que tiene la mezcla de español con indio, principalmente mapuche del centro al sur del territorio. Bajos, pelo oscuro, piel trigueña, ojos oscuros, pómulos prominentes, caras redondas, mujeres que tienden a tener sobrepeso y dispuesto en la cintura, no en las caderas como las europeas.

No es que en Uruguay o Buenos Aires , no hayan mestizos u otras mezclas, pero en general la población es blanca y de mayor altura al promedio chileno, incluso no hay que ir a los barrios altos para ver personas blancas y rubias, está lleno de personas de bajos ingresos rubios, cosa que en chile jamás vi.

Vivo en valdivia hace 3 años y he comprobado la teoría que los europeos que llegaron en el siglo XlX casi no se mezclaron con la población originaria, el 90% de la población de esta zona es mestiza, a pesar que se considera una zona de descendientes de alemanes por preponderancia. Y es cierto, aquí todos se creen alemanes o descendientes, así como he notado que pocos chilenos se sienten mestizos y descendientes de los mapuches. Hay una especie de negación a lo que el espejo delata y es sin dudas al alto racismo que existe en este país y sus consecuencias.

A pesar de hacer chistes de gallegos, Judíos, negros y otros, no me considero racista, me creo una persona normal, ya que mis bisabuelos eran uno lituano, otros otomano, griego, vasco, tengo antepasados polacos, vascos franceses, españoles, criollos uruguayos y criollos chilenos. Esto y lo cosmopolita del barrio en que me crié y de Buenos Aires, acostumbra a ver lo diferente como algo normal. Aquí en Chile en cambio, me encontré con una sociedad clasista, que determina que también sea racista a rajatabla y machista. Todo está unido, las mujeres suelen ser más pobres que los hombres en chile, ya que la mayoría (60%) no trabaja, las naciones indigenas están postergadas y sometidas a la pobreza también, lo que redunda en que sean afectadas por el clasismo chileno, que hoy es parte del sistema materialista y de consumo sin medición, pero que ya venía de antes, visto por mí en la década del 70 y por comentarios familiares donde algún pariente mío solía quejarse hace 50 años atrás por el futuro de su hijo al casarse con una rota mestiza. Comentarios similares escuché de varias personas y parece era común en los pueblos chicos y en el campo a mediados de siglo XX.

En general el extranjero que viene de paises cercanos, nota el clasismo que impera en la sociedad chilena y el racismo se ve en los diarios hablando mal de los peruanos o de los bolivianos, como si fueran menos que los chilenos, o en la tv que tanto en programas como en publicidades se ven personas bonitas, blancas y mejor rubias, como si uno viviera en un pais del norte de europa pero sólo de personas de buenos rasgos. Incluso no se ven discapacitados en las calles de chile, personas que rondan el 10% de la población, al igual que países de la región, pero dónde es normal cruzarse con un ciego, con personas en sillas de ruedas, incluso en colegios y universidades. Yo tuve varios compañeros discapacitados mientras estudiaba, ciegos, sordomudos, paraplejicos y muchos terminaron sus carreras universitarias. En cambio en chile he visto noticias donde no se les deja matricularse y nada sucede.

Los que tenemos otra mirada, nos sorprendemos al ver que mientras los chilenos se proclaman que están por llegar al desarrollo, tengan problemas de racismo y clasismo tan arraigados, que se ve en hospitales públicos el maltrato a personas de clases sociales bajas (lo he visto en persona muchas veces) o a los carabineros tratando en forma diferente a una persona pobre al arrestarla en comparación con personas de clases sociales altas, y que cuando se las enjuician los mismos jueces no permiten que la prensa entre al juicio y ni la prensa da los nombres ni muestra una foto del acusado.

Mi propia familia chilena, algunos con mejor situación económica que otros, me hablaban hace 3 años de un sur en pie de guerra, incendiado y dónde imperaba la violencia. Hace 3 años vivo en valdivia, suelo viajar a Santiago cada tanto y jamás vi lo que la prensa indicaba o mis parientes me decían. Incluso tuve acceso a ver lo contrario, como el estado chileno usa toda su fuerza, poder judicial, policial, publicitario, político y otros para seguir teniendo sometidos a los Mapuches. Bueno, igual sucede en la Isla de Pascua, dónde se robó y vendió territorio de los pascuences, que ahora es reclamado y el estado miente diciendo que es territorio chileno.

No entiendo que tanto chileno mestizo se considere antimapuche y que hasta ridiculice el ser Mapuche.

Me extraña mucho, que tanto gobiernos de la izquierda como de la derecha tengan las mísmas políticas de segregación y de clasismo, pero al profundizar ya no me extraña tanto, ya que veo tanto en la derecha como en la izquierda a personas de clases sociales similares, con apellidos que indican la pureza de sus antepasado, franceses, vascos, alemanes, que gobiernan desde siempre, dejando a sus hijos, sobrinos y nietos el legado de mantener la tradición y el poder bajo las mismas manos, sin importar el partido, democracia o dictadura, lo escencial es que el poder quede siempre entre ellos, los dueños de Chile.

Quizás ahora, desde hace poco, algunos grupos han visto que el poder siempre los olvida y vieron la nececidad de empezar a alzar la voz en varios lugares de Chile. El problema es que los mestizos, también siempre relegados, si le dan a elejir renegarán de sus raíces indígenas, traicionando para terminar siendo pasajeros de segunda, que piensan es mejor que de tercera.