viernes, 4 de octubre de 2013

2017, LA NUEVA DERECHA QUE SE VIENE

Hace tiempo el descontento entre UDI y RN era evidente. Ya casi olvidado, recordemos que una vez Larraín dio un portazo por su descontento contra la UDI dentro de la Alianza.

Con las malas cifras de aceptación al gobierno, no había que ser vidente psíquico para saber que más tarde o más temprano la Alianza sufriría fatiga de materiales y caería por si sola. Lo que casi nadie podía adelantar sería que el propio Piñera fuera quién diera el primer gran golpe de maza en la estructura de la Alianza.

En varias jugadas antes de finalizar su mandato, el presidente, ha dado varios pasos en este sentido. Muchos sospechan que quiere volver en el 2017, con una nueva centro derecha algo renovada y desmarcada del saco de plomo que es la UDI, algo sin lugar a dudas para todos los chilenos, menos para los UDIs.

Desde hace un tiempo yo vengo diciendo que por un tema de sobrevivencia y estrategia es inminente una alianza política DC-RN.  Para comenzar, la DC se ha ido atrofiando en una forma muy clara dentro  de una concertación que está en vías de extinción, y que simplemente han logrado atrasar su entierro hábilmente hasta las próximas elecciones. Y digo hasta las próximas elecciones, porque no creo que a Michelle Bachelet  se le haga fácil gobernar esta vez. 

En la supuesta Nueva Mayoría vemos personalidades y ex candidatos presidenciales que se presentan dentro de un abanico muy amplio de ideales o intereses políticos y económicos. Desde un Velasco sumamente liberal a un Gómez que proponía una asamblea constituyente.

Sabemos que en política hasta el aceite y el agua pueden juntarse por un interés común para ganar ambos. Pero también vemos, como en el caso de Piñera y tantos otros, que llegado el momento, cuando se llega a las elecciones, las falsas alianzas por conveniencia pueden tener fracturas y grandes traiciones en palabras de algunos.

Bachelet, como dije, tendrá un gobierno cuesta arriba. Ya sabemos como es su forma de gobernar, bastante poco intuitiva, sin mantener las riendas en los momentos difíciles y escondiéndose bajo un Vidal muy hábil, que recibía toda la metralla y terminaba alejando las miradas de la responsable en la Moneda.

Pero esta vez Michelle no las tendrá tan fácil. Reconozco que poco ha prometido y que su habilidad para no responder o dar discursos, en que cada uno interpreta lo que puede o desea, evitará que la acusen de incumplir, ya que no ha prometido nada. Pero igualmente habrá una masa importante de personas que estarán esperando con mucho fervor que la candidata haga lo que debiera hacer. Y como ya mencioné, desde dentro de la Nueva Mayoría y desde fuera, se esperan cambios grandes y medianos: que haya menos abusos por las empresas, que las AFP dejen de ganar a costa de las pensiones de los trabajadores, otros que las cierren, otros que hagan una estatal, cambios en la salud y en la educación pública y privada, fin y/o contención del lucro desmedido. Y no hay que olvidarse de los que piden un cambio real de la constitución, no retoques.

La candidata y futura presidenta, según las encuestas, tendrá que decidir si gobernará para los cambios o para el statu quo. Sinceramente no veo a Michelle Bachelet como a una estadista ni como a una reformista. Lo más probable es que opte por cambios estéticos y la entrega de bonos para mantener a algunos sectores calmos. Pero no sé si ya ha calculado que posiblemente un 25% de los votantes no vote por ella ni por Matthei, votantes que apuestan a grandes cambios en su mayoría, que están cansados de la política y de los intereses que Bachelet y Matthei representan . Y posiblemente tampoco haya sacado cálculos que esos votantes, muchos de los cuales son los que salen a las calles a protestar, no serían receptores de los bonos para mantener el orden y la tranquilidad social. También serían estos votantes los más informados o que piden más información, y los más descontentos con la situación actual de statu quo. Esos votantes saldrían a protestar a las calles, junto a algunos votantes de la Nueva Mayoría, si la futura presidenta no realiza los cambios esperados. Y lo complejo de esta situación es que los cambios que se piden son bastante diferentes en intensidad; si Bachelet sólo realiza los cambios más leves de estructuras económicas, sociales y políticas, tendrá en contra a un pequeño, pero muy activo porcentaje de chilenos que piden cambios profundos.

Cuando los cambios no se vean venir, es probable que veamos marchas de medio millón de personas, o de menor cantidad pero cada vez más extremas y caóticas a medida que pase el tiempo.

Creo que es muy probable que la agenda de gobierno termine siendo una reacción a lo que se proponga en protestas contra el gobierno. Y a esto apuesta Piñera para el 2017. Apuesta a un quiebre en la Nueva Mayoría durante el mismo gobierno, a congresistas escapando para todos lados desvinculándose de su gobierno. Porque al final de cuenta, y aunque nos quieran hacer creer que los partidos son parte importante, los políticos cuando deben salvar su pellejo y su carrera política, no tienen inconveniente de cambiar de chaqueta o hacerse “independientes”, incluso creando nuevos partidos u organizaciones políticas.

No sería raro ver una alianza RN-DC para el 2017, al menos con varios DC que se “independicen”, y por qué dudarlo si la DC en gran medida nunca sorprende cuando vota con la derecha por leyes en el congreso.  A esta alianza DC-RN habría que sumarle algunos independientes que hoy estarían incluso con la UDI, independientes que quizás hoy estén con Parisi y con Velasco. Si nos sinceramos, habría mucho en común entre un Velasco, un Parisi, un Orrego, un Piñera de hoy 2013, los Walker, Ossandón, etc. Las diferencias entre estos serían menores a la hora de una posible alianza oportuna tras un gobierno desmantelado y que fracase de la Nueva Mayoría. Y hay que tener en cuenta que hoy Parisi le pisa los talones a Matthei, que podría haber un milagro si Matthei vota mal y que sea Parisi quien pase a segunda vuelta, convirtiéndolo en el mejor aliado de una “derecha liberal real” para el 2017.

Hoy muchos ríen diciendo que jamás Piñera volvería a ganar, o que jamás lo volverían a votar… pero lo que no se tiene en cuenta es que la gente suele olvidar, que ya pasó que tras Bachelet ganó Piñera por el descontento contra la Concertación y sus representantes. Si el gobierno de Bachelet fracasa en los cambios sociales y económicos (ya están avisando desde su comando  que la economía está en retroceso, como diciendo que no se esperen grandes expectativas de crecimiento para los que nunca crecen) pues no será raro que aparezca un Piñera 2017 contrastando números de como dejó él al país en macroeconomía, empleo, etc. y de cómo estarán en ese momento. Y habrá un plus, dirá que ya ganó la vez pasada y que lo podrá volver a hacer para dar la estabilidad necesaria.

Ya habrá una derecha renovada tras él, poco vinculada a la dictadura, la Nueva Mayoría tras otro fracaso y desmembrada deberá reinventarse, pero tras un tiempo prudente que le impedirá quizá tener un candidato presidencial fuerte y con posibilidad de ganar en el 2017.  Para ese momento, la UDI arrinconada se verá transformándose en un partido rancio y gibarizado que sólo verá caer sus acciones año a año. Y su caída comienza en estas elecciones del mes que viene, porque no creo que tengan la fuerza como para que Matthei logre más de 2 millones de votos esta vez.


Quizá el 2017 sea cuando un candidato independiente logre pelear en la segunda vuelta, voto a voto contra Piñera. ¡Habrá que verlo!

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