Tenía unos 7 u 8 años, cuando al
mediodía, luego de salir de la escuela y haber almorzado, jugaba en el gran
fondo de la casa de mi abuela Anela. Entre fines de los 70s y comienzos de los
80, entre el enorme eucaliptus, el sauce y el cañaveral del fondo.
Recuerdo claramente, como si no
hubiesen pasado más de tres décadas, los sonidos de esas primeras horas de la
tarde.
La tranquilidad de la siesta en
las calles del Cerro de Montevideo, algunas veces rota por el camión lechero a
toda velocidad, otras por el cantorreo del heladero. El camión paraba en la
esquina, en el almacén de Pepe. La cortina de enrollar subía y varios hombres
hacían el recorrido desde el camión al almacén tintineando las botellas de
vidrio verde dentro de sus casilleros de varillas metálicas.
En el fondo de la casa, me
entretenía jugando de lunes a viernes mientras mi abuela lavaba platos y ollas
del almuerzo. Del fondo de la casa de la Coca, o de la vieja de la calle Centro
América, siempre llegaban las canciones de moda de aquel momento. Claro, las de
moda para mujeres adultas: Los Pimpinela, Leonardo Favio, El puma, Dyango, Nino
Bravo, entre tantos otros.
Yo era chico, pero ya tenía la
opinión creada, que todos estos cantantes y que el programa “Aquí está su disco”,
sólo lo escuchaban amas de casa que no trabajaban, vamos: la típica chusma del
barrio. Canciones melosas, pegajosas hasta empalagar los oídos y adormecer el
cerebro.
Hoy, treinta y tres años después,
reconozco que he escuchado a varios de
los nombrados y que me han gustado, que reflejan una década en dónde éramos más
humildes, más sencillos y hasta con mayores esperanzas.
Ya no suena la radio de la Coca o
de la otra vieja, ni se ve a la madre de María Inés, saludando desde la
distancia, a través de muros, alambrados y árboles… tampoco a mi abuela lavando
los platos y quebrando alguno, ni Carlitos está arreglando televisores de los
viejos a válvulas. No, ya no son los mismos vecinos alrededor, ni pasa el
heladero canturreando, ni la leche viene en botellas de vidrio con tapitas de
cartón o aluminio.
Hoy murió Leonardo Favio, alguien
que descubrí de adulto aunque lo escuchaba desde niño. Un gran artista que
reflejó de la mejor manera el sentir Rioplatense de dos naciones hermanas con
tanto en común que nos sentimos diferentes.
No se como describir con palabras
lo que siento: nostalgia, lejanía…entendimiento quizá.
Muchos tratan de aferrarse a
recuerdos, incluso materiales, como los coleccionistas, que seguramente tratan
de retener el tiempo en aquel momento añorado.
La verdad es que en determinado
instante del camino, lo único seguro es que cada vez nos vamos quedando más
solos.
Gracias Leonardo Favio, por tu
compañía en aquellas tardes en el Cerro de Montevideo. Gracias a quienes
encendían la radio, también.
INDUDABLEMENTE QUE LA MUSICA DE LEONARDO FAVIO LLEGABA A TODAS LAS CIUDADES Y COMO Q ANTES ERAMOS MAS ROMANTICOS Q AHORA.YO NACI EN MEDELLIN COLOMBIA Y EL Q EN ESA CIUDAD NO HAYA ESCUCHADO EN LOS AÑOS 60 70 80 LA MUSICA DE ESTOS POETAS NO ESTAVA EN LA MODA SE FUE UNO DE LOS MAS GRANDES PERO QUEDA EN NUESTROS CORAZONES
ResponderEliminarGracias por tu aporte, saludos
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