viernes, 19 de octubre de 2012

UN PAÍS A LA VENTA - EL ENGAÑO CHILENO III


Mientras algunos se enriquecen sin generar producción a costa de quienes deben pagar de más, también el sistema económico actual ha encontrado la manera de que quienes producen bienes o servicios puedan ahorrar en los costos para aumentar sus ganancias. La forma más común y sencilla es ahorrar en sueldos, pagando salarios bajos.

El mercado se autorregula de tal forma, que hace que los sueldos bajen y no suban ajustados al IPC real. Una gran forma que han encontrado los defensores de este sistema económico para que los sueldo bajen ha sido que la gente se endeude. A la vez que se da créditos que enriquecen a quienes lo dan, por otro lado empobrece a quien lo solicita, y también se sabe que una persona endeudada trabajará por menos dinero que una que no lo está.

He aquí uno de los motivos por el cual en Chile no se suben los sueldos a niveles morales, éticos y necesarios para vivir. Si el sueldo mínimo es bajo, habrá mucha mano de obra barata, las empresas ahorrarán dinero en su producción, los empresarios ganarán un dinero extra, mientras que a su vez el trabajador deberá pedir crédito y pagar más que al contado, quién le da crédito ganará sin producir y endeudará a su cliente, que al estar endeudado aceptará trabajar por lo que se le pague aunque sepa que su trabajo, experiencia y conocimiento valga mucho más.

También es conveniente mantener a un grupo grande de personas que obtengan mala educación, quienes serán siempre un fondo de recursos de mano de obra barata, fundamental para la industria y empresas.
Y llegamos a la conclusión que en la educación rigen las reglas del sistema económico que se defiende actualmente en Chile. Un centro de educación que busca el lucro, inevitablemente debe funcionar económicamente como el modelo lo requiere. Al final de cuentas es una empresa más, que le resulta conveniente ahorrar en costos para obtener mayores ganancias.

Estas empresas de la educación deben vender su producto con la finalidad de ganar dinero. Les conviene ahorrar en sueldos pagándole menos a sus profesores, muchas veces contratando a profesores “taxi” o a los peores, que serán los más indicados para aceptar bajos sueldos. O como se ha visto en algunas universidades, se ahorra descartando cátedras necesarias para la formación de los universitarios. A su vez a estas empresas les conviene publicitar su producto para aumentar las ventas, sabiendo que es mejor invertir en publicidad que en calidad, pues como todo producto, si bajamos la calidad se gana más.

Pero las empresas de la educación son parte del sistema, y deben encajar en los engranajes de éste.  Entonces debemos entender que a los empresarios en general, de la educación incluidos, saben que es necesario una clase social con poca educación para que siempre haya mano de obra barata. El problema surge cuando quienes deben manejar el estado están coludidos con el sistema económico y utilizan a la educación pública como medio de generación de mano de obra barata con baja educación.


A su vez, hay un grupo de personas que aspirarán a obtener mejor educación y entrarán en la lógica del endeudamiento, multiplicando las ganancias de las empresas de educación y financieras, y cayendo en la espiral del endeudamiento mencionada anteriormente.

Las clases acomodadas, en el sistema actual chileno, pagarán por obtener mejor educación sin endeudarse, aunque será con un sobreprecio importante, ya que aparte de la educación, pagarán por el prestigio de ser parte de una institución educativa valorada, muchas veces por su calidad, muchas veces por su marketing e imposición de marca. Esta misma clase social es la que compra una cartera Louis Vuitton a 4000 dólares, cuando quizás salga 100 producirla, con mano de obra barata y siendo la mayor inversión de esos 100 dólares la publicidad.


"Sean los orientales tan ilustrados como valientes" JOSÉ ARTIGAS 



martes, 9 de octubre de 2012

COMPRADORES DE ILUSIONES - EL ENGAÑO CHILENO SEGUNDA PARTE




Hemos escuchado como dicen que antes las cosas se hacían para que duraran una vida o incluso más tiempo. Mi abuelo murió a los 82 años y yo aún uso herramientas que él compró joven a mediados del siglo pasado. También recuerdo el refrigerador que tuvieron por unos cuarenta años en su casa. Yo tuve hasta el año pasado un televisor blanco y negro a válvulas de los años 60, que funcionaba aún. Pero las cosas ya no duran tanto.
Lo que solemos comprar ahora, dura poco, con suerte unos años. También queda obsoleto en poco tiempo y lo desechamos a pesar que si lo reparamos seguirá cumpliendo la misma función.
El mismo sistema económico ha hecho que ya casi no queden personas que reparen cosas, pues somos impulsados a comprar artículos de mala calidad y desechables, una y otra vez a lo largo del tiempo a un supuesto bajo costo. Lo que no solemos analizar es que si hace menos de un siglo atrás existía la tecnología para fabricar artículos que duraban una vida, ¿por qué ahora no? Pues sencillamente el negocio es vender diez de mala calidad en vez de uno bueno. Y esto sucederá mientras haya compradores que acepten las leyes invisibles del mercado sin regular.

En esta etapa de comprar lo que sea, necesario o no y de mala calidad, interviene la publicidad, que realmente no es otra cosa que lavar cerebros, ofreciendo incluso productos perjudiciales para salud con bellas mujeres, hombres exitosos, familias con casas de ensueño. Muchas empresas gastan más dinero en publicidad que en los costos de producción, o sea que al comprar estamos pagando más por la publicidad que por el artículo en sí.
En la actualidad Chile ya no fabrica muchas cosas y se traen importadas de muy mala calidad. Por ejemplo juguetes que se rompen al primer día de uso, por supuesto que baratos, pero para botarlos altiro. Compramos ilusiones y nos venden basura.
Hay que añadir que el principal negocio de las tiendas que nos venden esta basura importada es el crédito. Que usted compre a 10 y pague 15 por algo que vale 1 o 2 y que poco le durará.
Este crédito genera enormes ganancias a bancos, tarjetas, tiendas, etc. sin generar bienes o cosa alguna. Increíblemente el sistema económico actual permite que se genere riqueza de esta manera, sin producción alguna, porque los mismos que se enriquecen de esta manera suelen ser quienes fabrican el dinero en un sistema piramidal, de tal manera que los de la punta de la pirámide ganan más y mientras más abajo se vaya en la pirámide, el dinero se reparte entre más individuos. Hasta que un día se acaba la pirámide y los que la sostienen se dan cuenta que el dinero no fluye hacia abajo, sino hacia arriba y que abajo se va acabando.

martes, 2 de octubre de 2012

EL ENGAÑO CHILENO - Parte I : EL EXPERIMENTO CHILE


Hace unos treinta y  cinco años Milton Friedman utilizó a Chile como conejillo de indias para probar su teoría (y de otros), que en un sistema capitalista sin regulaciones  las interacciones entre la demanda y la oferta se autoregularían por “una mano invisible”. Así el crecimiento económico desarrollaría a los países en base al desarrollo de los capitales, que terminarían generando trabajo y al final terminaría con la pobreza.
Estos días escuchamos al gobierno de turno que, encuesta CASEN por medio, alaban su gestión de creación de empleos y una supuesta baja de la pobreza en Chile por este motivo.


No voy a referirme a la encuesta, ni a si los resultados son correctos, o si hubo intencionalidad o no en “arreglar” los números, o si es que se hizo en el mismo mes que se dio un bono de 40000 pesos, y si fue un acto malintencionado. La verdad es que según datos de la Fundación Sol aproximadamente la mitad de los trabajadores chilenos gana menos de 200.000 pesos. Si suponemos que en una familia de 4 personas, dos trabajan ganando un total de 400.000 pesos, y sólo de arriendo y locomoción  gastan entre 140.000 a 200.000 pesos, es evidente que con el restante dinero apenas subsisten mal alimentados, mal vestidos en tiendas de ropa usada y a la mano de Dios en la educación y salud pública chilena.


Es claro que la acción de trabajar per se no hace que uno sea menos pobre en este sistema. Posiblemente siglos atrás mucho dependía del trabajo, de la producción personal y familiar, generando alimentos y bienes permutables. Hoy el trabajo se basa en laborar para alguien, que nos paga por ese trabajo con dinero, con el cual debemos adquirir bienes y servicios, al precio que quien los vende desea.
Según los mismos economistas y políticos que han adoptado el sistema promovido por Friedman y otros, supuestamente, podemos medir la riqueza de un país y de su gente con números. Suponen que midiendo la riqueza se mide si la gente vive mejor o no. Cada vez que oímos que el PIB de Chile sube, es el equivalente a que los chilenos estamos mejor en general. Lo extraño es que no pareciera que los chilenos estemos felices con nuestras vidas ni que muchos vivan con la dignidad necesaria para un ser humano.
Esas mediciones numéricas económicas dicen que vivimos mejor que otros, aunque desde hace tiempo una mayoría absoluta de chilenos se queja por obtener mala educación y cara. También los números indican que la mayoría de los chilenos trabaja por menos dinero que el necesario para vivir cubriendo los gastos de este sistema que considera que todo es negociable y que todo debe tener ganancia económica. Trabajamos más horas de las debidas, nos educamos mal, no podemos darle a nuestros hijos la educación deseada, nos empobrecemos económicamente endeudados por décadas y generaciones, nos empobrecemos culturalmente, el alcohol se transforma desde la adolescencia en el mejor calmante y anestésico ante un sistema que nos agrede.
 Porque si no somos cada vez mejores consumidores, nos quedamos en el camino y valemos menos.