miércoles, 29 de junio de 2011

¿Cuáles son los principales obstáculos, y cuáles las facilidades, que hay hoy en Chile para avanzar hacia el desarrollo local?



Por Lautaro Salgado


Para empezar me animaría a decir que Chile carece de encuestas sobre consumo de cultura y similares en cuanto a las industrias culturales, es más, hay varios trabajos que hablan sobre el tema y que indican que debe hacerse un buen diagnóstico de dónde está parada la cultura chilena para activar buenas políticas al respecto.
En la parte social, hay un estigma enorme, que divide socialmente al país entre ricos muy ricos, y una mayoría importante con un desarrollo socioeconómico bastante pobre para la realidad económica del país.
Y esto es parte del problema o fracaso del desarrollo local descentralizado y democratizador.
Por un lado los movimientos sociales están debilitados en general, por ejemplo:
-Varios sindicatos nacionales de trabajadores, empresas con multirut para evitar sindicalización o atomizar en varios sindicatos por empresa, debilitándolos.
-Discriminación hacia los mapuches y sus movimientos sociales, hacia los homosexuales y otras minorías que no acceden a igual desarrollo humano que el resto de la sociedad.
Aunque hay que reconocer que últimamente ha habido una explosión fuera de la norma en movilización social homosexuales, estudiantes, ecologistas, mapuches, con acciones diversas como marchas públicas con gran cantidad de participantes. Esto genera redes, capital social y de continuar debiera generar alguna ganancia.
Pero en general, las redes de poder y control son estáticas, muy poco elásticas. Donde siempre son las mismas etnias, grupos culturales y sociales, grupos por género o sexualidad los mal reconocidos o no aceptados en el lugar propio de los grupos de poder. Hay muy poca permeabilidad para que los grupos controlados puedan formar parte del lugar del poder, viviendo en la realidad en un sin número de no lugares.
Por ejemplo esto se nota a nivel municipal, cuando los ciudadanos realmente no sienten tener un relacionamiento con feed back con las autoridades. Pareciera que las autoridades luego de ser electas no consideran necesaria la participación directa del electorado. Llevando adelante, el alcalde, su plan político sin mayores reservas. Esto termina dañando parte del desarrollo local por falta de iniciativas populares tenidas en cuenta, muchas veces dañando la diversidad cultural y de ideas, al llevarse una política general hegemónica. Los representantes al final suelen ser siempre de los mismos sectores socioeconómicos.
Por otro lado, el estado se ha divido de tal manera que la lógica indica una descentralización, provincias, regiones, alcaldías. Pero la burocracia, en muchos casos, genera que mientras más alejado de la centralidad, más tarde se llega a resultados positivos locales. Para empezar, el capital social es más fuerte y las redes sociales son más fuertes mientras más cercanas al centro de poder central, ya que se poseen medios y recurso de mejor calidad, cercanía y facilidad para incidir.
De un punto de vista netamente cultural artística la democratización de la cultura se menciona como parte fundamental para el desarrollo local, la cual no sería posible con las políticas de las industrias culturales actuales y sin políticas culturales de protección en muchos casos.
Se justifica en que las leyes de mercado, impuestas en las industrias culturales, fallan, por ejemplo en:
 el valor educativo y formativo de la cultura
 el valor simbólico
 la cultura como proceso investigador
 la demanda de generaciones futuras
 el valor de opción


“Uno de los objetivos que mayor consenso alcanza en el campo de la política cultural es el concepto de “democratización de la cultura”. Esta democratización se puede entender en varias dimensiones pero quizás la más tradicional tiene que ver con el hecho de que todos los ciudadanos tengan la opción, si lo desean, de acceder al consumo y a la práctica de bienes, actividades y servicios, reservados en sociedades premodernas a las élites económicas y culturales. Es decir, que tener la opción de escuchar al trompetista Marsalis, asistir a una obra de Chejov o poder contemplar una exposición de Piero Dorazi no sea sólo un privilegio de las clases altas…“(Pau Rausell Köster)

Hay que tener en cuenta lo que dice Néstor García Canclini, que las políticas culturales pueden perjudicar las condiciones de comunicación. Quedarnos con que las políticas de un estado son por sí positivas o siempre con buenas intenciones, es algo paradójico.
Los regímenes totalitarios la han utilizado para sus propios intereses, la cultura se usa como vehículo ideológico, legitimador y proselitista generalmente. Y no hay que olvidar el impacto electoral de una u otra política cultural. Pareciera que en parte, en Chile, se han utilizado con alguna lógica electoral, ya que la mayoría del arte y la cultura pasa por las zonas de gran densidad demográfica. Lo que económicamente es más rentable, que llevar un gran espectáculo a un extremo del país para una pequeña población. Inversión económica vs réditos en cantidad de votantes involucrados.
En base a democratizar la cultura chilena es que los últimos 20 años se han dirigido, supuestamente, las políticas culturales en el país.
Por ejemplo, a pesar de todas las medidas que largos volúmenes impresos a todo lujo y en forma propagandística, han hecho los últimos gobiernos, igual los analistas son críticos.
En este sentido, sobre el tema literatura y libros, Bernardo Subercaseaux afirmó en una entrevista que la gestión de los gobiernos concertacionistas en esta materia podría resumirse como buenas intenciones.
Y agrega en su texto La cultura en los gobiernos de la concertación “La tercera constatación es que áreas tradicionales vinculadas a la cultura ilustrada, como la del libro, la literatura y la industria editorial, han perdido relevancia y valoración social. Luego de una recuperación inicial, los índices posteriores a 1998 han caído sistemáticamente a pesar de celebraciones en torno a las figuras de Pablo Neruda y Gabriela Mistral (caídas en número de librerías, números de libros leídos por año, producción de libros por habitante, cifras de exportación e importación)”
Así mismo los autores de DEFINICIONES DE POLÍTICA CULTURAL 2005-2010 MAYO 2005 destacan que “Un país pobre en lectores condena su capacidad de comprender el mundo. En la misma medida que las personas sean capaces de leer y expresarse oralmente, también serán capaces de participar en una sociedad democrática.” Y que “Al respecto, resulta indicativo que en Chile tengamos aproximadamente 0,6 libros impresos per cápita en un año, mientras que países como Argentina alcanzan 1,1 libros per cápita, España un 4,6 y Francia un 7,9. Hay también un desequilibrio regional en lo referido a las casas editoras y a los canales de comercialización del libro: tenemos ocho regiones en las cuales no existen casas editoriales, y en la Región Metropolitana se encuentra el 42% de las 157 librerías o puntos de venta existentes en el país, en la región de Valparaíso el 13% y en la de Tarapacá el 6,3%, es decir 10 librerías. Los préstamos bibliotecarios, en cambio, ascienden a 0,12 libros per cápita en la Región Metropolitana mientras que en la Segunda Región, la cifra es de 0,55 libros.”
Y en cuanto a las artes escénicas agregan “Las personas pertenecientes al estrato socioeconómico bajo, de acuerdo a la encuesta de consumo cultural realizada por el CNCA y el INE en la región Metropolitana, están en gran medida excluidas del acceso a los bienes culturales y artísticos, limitando su consumo cultural a actividades realizadas en sus domicilios, esto es: ver televisión, escuchar radio, oír música.
El 93,6% de este segmento tiene un consumo cultural considerado bajo o mínimo, es decir, se encuentran excluidos de las actividades culturales que ocurren fuera del ámbito de los medios de comunicación. Por otra parte, sólo el 0,1% tiene un consumo cultural alto, que incluye más de diez bienes culturales diferentes. Entre los sectores de escasos recursos, sólo el 17,9% ha leído un libro en los últimos doce meses (aunque cerca de un 30% declara que le gustaría leer en su tiempo libre), sólo el 6,1% ha asistido al cine, y no más del 6% ha participado de un espectáculo escénico de teatro o danza”
Siguiendo con la falta de democratización en Chile, Subercaseaux afirma que “El gran tamaño de Santiago como mercado ha contribuido a centralizar aun más la producción artístico cultural. En el año 2000 se estrenaron 207 obras de teatro, todas en Santiago. De las 135 galerías de arte que hay en el país 127 de ellas están en la capital. Aún más, si se hiciera un catastro y un mapa de las salas de cine, galerías, librerías de libros, bibliotecas, museos y teatros del país, con toda seguridad un altísimo porcentaje estaría ubicado en las seis comunas más pudientes de Santiago.”
Con todo esto se concluye, solapadamente, que a pesar que se han invertido millones en diversas políticas culturales en Chile, son múltiples los ejemplos de estas políticas culturales “democratizadoras” que no democratizan y siguen manteniendo a mayorías enormes sin concurrir ni siquiera una vez en la vida a un teatro.
¿Cómo explicamos esto en Chile? A medida que crece su economía, las desigualdades sociales permanecen.Porque hay grandes problemas estructurales sociales, como desempleo, malos proceso de integración, frustración, desigualdades enormes, etc.
La cultura y el conocimiento, son las principales herramientas para que la sociedad deje de ser desigual.

Chile posee la institucionalidad legal e instituciones culturales muy importantes, pero centralizadas y las bases de una gran cantidad de redes sociales, pero muy atomizadas, que general poco capital social local en provincia. Hay que implementar una descentralización de la cultura, políticas y cultura de democratización, de respaldo y apoyo a las redes sociales, generando conocimiento para que los partícipes de las redes sociales generen mayor capital social, y promover de diferentes formas la asociatividad: centros deportivos, sociales, culturales, facilitando burocráticamente y asesorando a grupos sociales para que formen asociaciones. Promover leyes que permitan mejor temas como la sindicalización, cambiar la imagen respecto a los sindicalistas y sindicatos.

Por otro lado, en cuanto a la cultura y basado en los hechos, mi experiencia, y un análisis “diferente” al de la lógica que cualquier política cultural sería mejor que ninguna, propongo realizar una política cultural más centrada en experiencias exitosas de este mundo globalizado. Como por ejemplo la que ya trasmití del centro cultural Florencio Sánchez o la que el municipio de Montevideo, desde hace unos 15 años ha llevado, en una política de democratización diferente. Sabiendo lo que cuesta económicamente mantener una filarmónica ociosa, por ejemplo, y que es paga hasta por el ciudadano más pobre de la ciudad, se gestó una lógica diferente: si no vienen, vayamos a ellos.
Recuerdo que comenzaron haciendo conciertos gratuitos en iglesias de diferentes barrios, con una buena promoción en medios y resultó todo un éxito. A las iglesias iba mucha gente por primera vez a ver una orquesta, pero mucha era gente que gustaba de esa experiencia musical, y que por diferentes motivos no concurría al teatro Solís, lugar natural de la filarmónica.
En una segunda etapa, el director de la orquesta se plantea hacer temas populares de cine y personajes de Disney, entre otros, incluyendo participación de actores en el mismo escenario y también de los mismos músicos. Fue otro éxito, pero los principales espectadores provenían de la clase media. Se dio un paso más y se llevó nuevamente a los barrios, a parques, playas, con buen acceso de locomoción pública y miles se reunían a escuchar a una orquesta filarmónica tocando un tema de la Pantera Rosa o de Zitarrosa.
Entonces podríamos concluir en:


 Sacar las artes “cultas” de las simbologías de los edificios “cultos”, llevándolas a espacios más democráticos.
 Romper la lógica que dice que el mayor problema es el económico, cuando es muy probable que hayan limitantes de acceso “social” a determinados espacios, formas de vestir, apariencias físicas, incluso de locomoción para retornar a la casa a altas horas de la noche en distancias grandes.
 Los programas educativos de enseñanza primaria y secundaria debieran tener incluido, varias veces al año, la visita de los niños y adolescentes a museos, exhibiciones de arte, artes escénicas, centros culturales, espacios de creación artística, artistas, etc. Si no hay en el lugar, trasladarlos a una ciudad cercana que posea estas instituciones. Creando, de esta manera, una democratización desde los inicios en la participación de estos espacios, más el imaginario colectivo que las artes están a disposición, en espacios “abiertos” para cualquiera y no sólo para una elite. Creando un “gusto” por las artes clásicas y modernas. Estas visitas pueden estar vinculadas a temas que se tratan en el curso.
 Entradas gratuitas en todas las instituciones del estado (museos, teatros, centros culturales, etc.) para estudiantes y menores de edad y jubilados como en el punto anterior para promover hábitos de permanencia y participación en ellos.
 Muestras itinerantes en regiones de toda la riqueza y diversidad de productos artísticos que hay en Santiago.
 Políticas de intercambios culturales interregionales de grupos de teatro, danza, música, exposiciones de arte, etc.


Por último hay que realizar un buen diagnóstico de la situación actual, así enfocar los recursos en forma correcta, definir quién toma las decisiones en cuanto a la cultura: ¿Los técnicos en cultura, los políticos, los expertos, los agentes culturales y/o los ciudadanos?
Sin lugar a dudas, las políticas culturales dependen de quiénes las crean y hacia donde están dirigidas.
Generar y facilitar, sin poner trabas, la intervención de los ciudadanos en el proceso de desarrollo sociocultural, ya que los que saben mejor sobre sus características, falencia y oportunidades, son los mismos ciudadanos involucrados en su territorio, en sus lugares y no lugares a modificar.
Aprovechar los temas en común, las identidades de cada localidad y transformarlas en generadoras de redes sociales fortalecidas que creen gran capital social en cada localidad.






Araya, Rodrigo. 2010. Comunicación y sociabilidad. Texto de Apoyo del Curso
Boisier, Sergio. 2001. desarrollo (local): ¿De qué estamos hablando? En Madoery, Oscar y Antonio Vásquez – Barquero (Eds.) “Transformaciones globales, Instituciones y Políticas de desarrollo local”. Editorial Homo Sapiens, Rosario, 2001.
Winchester, Lucy. 2002. Reflexiones sobre una propuesta para el desarrollo local en Chile. Temas Sociales 44, Boletín del Programa de Pobreza y Políticas Sociales de SUR.
García Canclini, Nestor. 2004. ¿La mejor política cultural es la que no existe? Revista Telos: Cuadernos de comunicación e innovación nº 59, pp 10-11
Rausell Köster, Pau. Cultura, barata cultura. Diario El País, 5 julio 2003.
http://www.remiendoteatro.com/Notas/Cultura,%20barata%20cultura.htm

CNCA e INE, Las estadísticas de Chile - Cultura y tiempo libre, informe anual 2009